Revista de Attos

Volúmen #5, dic/2004

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Immanuel Velikovsky

¿Cuándo Vamos a Comenzar a Ser Hombres?

Por Attos


Artículo editorial del volúmen #5 de la revista de Attos publicado originalmente en diciembre de 2004 en donde explico que la actual práctica de la ingeniería es con mucho la reponsable del poco avance tecnológico en el que nos encontramos, a diferencia de la popular creencia que es en la investigación en donde nos encontramos retrasados.
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Hace unos meses tuve la oportunidad de platicar extensamente con el Dr. Nicolás Velazquez, catedrático e investigador de la Unversidad Autónoma de Baja California, México. En el transcurso de la plática, Velazquez me explicaba el resultado de sus investigaciones, los beneficios que podrían redituar a la sociedad en la que vivimos, y además me narraba la forma que debería tener la tecnología para desarrollar aplicaciones prácticas. Su explicación fue amplia y por demás amena. Siempre es agradable encontrar personas apasionadas con lo que hacen y altamente gratificante el estar frente a alguien quien no ha quitado el dedo del renglón sin importar el tiempo que haya pasado, antes de poder llevar a la práctica aquellos principios motivo de estudio de toda su vida.

Al escuchar al Dr. Velazquez, sin embargo, no pude menos que caer en cuenta una vez mas, que algo andaba mal. De repente me topé ante el viejo síntoma de una sociedad confundida en donde las personas comienzan a hacer cosas por necesidad, en lugar de hacerlas por convicción, y mucho menos por vocación. Las explicaciones del Dr. Velazquez me hicieron estrellarme de frente con el hecho de que lo que él estaba haciendo en realidad no le correspondía a él hacerlo. El Dr. Velazquez estaba haciendo lo que estaba haciendo porque no había nadie más haciéndolo. Como científico investigador no debería corresponderle a él desarrollar la tecnología para aplicar los principios objeto de su estudio. Esa tarea corresponde a otras personas. A un investigador le toca el desarrollar principios teóricos. Para ello quizá necesita experimentación aunque muchos principios pueden deducirse matemáticamente de forma purista.

La plática con el Dr. Velazquez se centró mucho en el desarrollo de sistemas de refrigeración por absorción de calor. Tales sistemas no requieren energía eléctrica sino en muy pequeñas cantidades, comparables a las necesidades energéticas de un ventilador común. Un componente importante de tales sistemas, sin embargo, es el que recolecta el calor de alguna otra fuente para suministrarlo al sistema de enfriamiento. Durante la plática se hizo claro que existen colectores de calor solar que son muy eficientes y que logran recolectar grandes cantidades de calor. Estos recolectores de calor tienen una forma parecida a la de una antena parabólica acoplada a un helióstato, el cual obliga al colector parabólico a mantenerse siempre apuntando en dirección del Sol. El momento crucial se presentó ante mí cuando el Dr. Velazquez afirmó que por muy eficaces y eficientes que fueran los colectores parabólicos, su uso por la sociedad era prohibitivo ya que el costo de los mismos quedaba totalmente fuera del alcance de cualquier persona que quisiera adquirirlos. Y tenía razón, un dispositivo heliostático controlado con actuadores cuesta no menos de $10,000 pesos en México o $1,000 dólares estadounidenses.

El Dr. Velazquez descartaba de entrada la utilización de helióstatos parabólicos para uso regular por su alto costo. El había tenido que invertir mucho de su valioso tiempo en investigar una solución alternativa en lugar de proseguir con sus investigaciones en el campo de los principios termodinámicos que sustentan nuestras observaciones cotidianas. El papel que el Dr. Velazquez estaba jugando, y que no debería jugar, era el de un ingeniero. Era responsabilidad de un ingeniero el encontrar la forma como un helióstato parabólico podría llegar a costar lo suficientemente menos como para poder usarse en acoplamiento del sistema completo. Pero, ¿dónde estaba ese ingeniero? La ciencia, en este caso representada por el Dr. Velazquez, había hecho su trabajo impecablemente. ¿Dónde estaba ahora la ingeniería que desarrollaría la tecnología para traducir los principios científicos en aplicaciones prácticas? ¿Dónde estaba la ingeniería cuando más se necesitaba?

El principal papel de la ingeniería, según me enseñaron en la escuela, es el de resolver problemas tecnológicos. Para poder hacer esa tarea es menester que haya que diseñar, investigar, experimentar, probar. Esto con el entendido de que la experimentación en el campo de la ingeniería es distinto de la experimentación en el campo científico. Los científicos experimentan para corroborar principios naturales, el ingeniero experimenta para corroborar aplicaciones prácticas. Después de corroborar una aplicación práctica, el ingeniero debe continuar su trabajo y no detenerse hasta hacer que esa tecnología sea disponible para la gente. Hasta entonces, y no antes, habrá cumplido su misión. La ingeniería no está haciendo su papel.

Por otra parte tampoco pienso que la ciencia esté haciendo su papel cabalmente. Muchos de nuestros científicos están ocupados haciendo artículos y publicaciones en revistas porque por ello les pagan. Aunque la verdad es que en muchos casos ni siquiera eso hacen ya que, cuando también son catedráticos, lo cual es casi siempre, usan a sus alumnos para que sean ellos quienes elaboren los artículos y así lograr su sustento. Los ingenieros, por su parte, después de graduarse buscan empleos en la industria manufacturera, o en donde puedan, y le roban el trabajo a los ingenieros industriales quienes por vocación y convicción escogieron desarrollar ese trabajo. Tanto los ingenieros como los cientificos nos la llevamos echándonos la culpa mutuamente de nuestros pobres o nulos resultados en lugar de tomar por los cuernos nuestras propias responabilidades y cargar con ellas. Los científicos deberían permanecer encontrando las bases cientificas de los principios sobre los que funciona la naturaleza, y los ingenieros deberíamos estar diseñando los satisfactores para la gente basándonos en esos principios. Pero la realidad no es asi. ¿Por qué no?

Los ingenieros estudiaron ingeniería para diseñar cosas, pero en algún punto en el camino perdieron la confianza en sí mismos. Perdieron la confianza de que pueden lograr lo que desean si en verdad se dedican a ello. Que tienen necesidades, me van a decir. ¿Pero quien no las tiene?, sería mi respuesta. Que es muy difícil crear algo con el estómago vacío. Claro que lo es. Yo lo sé, me ha tocado hacerlo varias veces. Pero precisamente para eso estudiamos: para crear la tecnología que ayude a la gente a no tener el estómago vacío. La gente normal no tiene los conocimientos técnológicos que los ingenieros tenemos. Nosotros tenemos la ventaja de que conocemos lo suficientemente bien ambos mundos (el social y el científico) como para conectarlos construyendo un puente tecnológico práctico; como para establecer ese puente que tanta falta hace a los demás seres humanos entre la ciencia abstracta y los satisfactores cotidianos.

Pero no sucede así. Los ingenieros terminamos haciendo trabajos de oficina redactando documentos, o en la mejor de las veces empezando un negocio que en la mayoría de los casos no tiene nada que ver con la naturaleza de la ingeniería misma (por ejemplo poniendo una paletería, o una discoteca). El exponente más cercano a lo que debería ser me lo he encontrado en ingenieros que se dedican al mantenimiento industrial en sus diferentes campos. ¿Donde está toda esa capacidad creativa, ese ingenio, y ese orgullo con el que una vez en el pasado ingresamos a la universidad para comenzar a estudiar una rama de la ingeniería? Que suceden muchas cosas, lo sé. Créanme, yo he estado ahí. He pasado por lo mismo. Y por eso mismo sé también que en casi la totalidad de los casos sólo se trata de asuntos que no hemos resuelto con nosotros mismos. Asuntos de índole intrínseca a la psique del ser humano que por lo general tendemos a relegarlos como asuntos poco importantes, al fin y al cabo ingenieros. Y es que es difícil tener que soportar la responsabilidad de decidir. Sería mucho más fácil no tener opción y que sucediera algo que nos detuviera e impidiera hacer lo que soñamos tan solo para no tener que lidiar con la responsabilidad ante nosotros mismos del por qué no hicimos las cosas que una vez soñamos hacer. El conocimiento de esa verdad nos va consumiendo lentamente. Hasta que, al final, la vida se encarga de dejarnos sin opciones. Es entonces que nos liberamos de nuestras responsabilidades pasadas. Porque llegado ese momento ya no tenemos opción y la vida se encarga de actuar por nosotros.

La Psicóloga Sandra Lucila Velarde de Tepic, Nayarit, lo expresó elocuentemente de esta forma: "Todos nacimos para ejercer una escencia de ser, una identidad. Pero al llegar al mundo, nos trastorna y nos tuerce. Reencontrarnos es en sí mismo un sentido. Cuando hacemos algunas cosas nos vamos reencontrando y volvemos a experimentar la escencia de ser nosotros [mismos], que es lo mejor que nos puede pasar. La cuestión es encontrar lo que debes ser y hacer. Para lograr hacer eso, antes de ese cuestionamiento, hay miles de problemas que tenemos que resolver. Cuando una persona se plantea el sentido de la vida es que ya avanzó muchísimo en su entidad real y pasa a la entidad verdadera, que es el interior."

Eso explica por qué generalmente tiene uno que pasar muchas experiencias antes de resolverse a seguir sus propios sueños. Pero ante la pregunta específica de por qué creía ella que los estudiantes de ingeniería habían perdido su capacidad de soñar y de creer que pueden lograr sus sueños, la Psic. Velarde respondió: "Eso no es exclusivo de los estudiantes.... Es de la humanidad. Se vuelven normales. Ser normal es estar instalado en la realidad. Cuando expresamos nuestros sueños nos reprimieron, nos criticaron, o se burlaron [que] porque eso no se puede; porque los sueños son locos, son mafufos (sic); porque los sueños son avanzados, vanguardistas, individuales, y muy poca gente se atreve a experimentar no ser normal, a intentar sus ideas, sus sueños. Somos no aceptados, rechazados, y el rechazo lo asociamos con falta de amor y la falta de amor la asociamos con la muerte y no queremos morir. Queremos vivir aunque sea volando bajo y para eso tengo que olvidarme de muchas cosas."

La misma Psic. Velarde se dió cuenta que por lo general la investigación de ingeniería en materia económica para la reducción del costo de la tecnología es la parte más difícil de un diseño y donde se debería concentrar la mayor parte del trabajo. Sobre todo cuando la tecnología se enfoca a consumo humano directo; y mas aún cuando es un producto utilitario. Y es que nadie quiere saber de los artículos utilitarios. Una escoba es un artículo utilitario y nadie la adquiere porque sea bonita o porque esté a la moda, o porque creamos que nos hace ver mejor. Las escobas, así como muchas otras coas, son artículos utilitarios. Los aparatos de aire acondicionado de nuestras casas son utilitarios. Nadie los adquiere por placer. Una pala, unas pinzas, un calentador de agua, el medidor de la energía eléctrica, la energía misma, etcétera. Todo mundo quiere olvidarlos, no saber de ellos, que no fastidien. Sólo que cumplan con su función y que no nos cuesten. Eso es lo que la gente que nos rodea espera. Si alguien ajeno al área de la ingeniería, como la Psic. Velarde, lo pudo ver tan claramente, entonces ¿por qué nosotros no podemos hacerlo?

Así que por eso hoy les digo a los ingenieros:

Sé responsable de lo que se te ha dado. Si recibes unas enseñanzas eres responsable de ellas. Estás en deuda por el resto de tu vida. Sólo ejecutándolas puedes cancelar la deuda. En pago de haberlas recibido debes convertirte en un realizador. Si te rehusas lo llevarás contigo por siempre en la conciencia.

La gente que nos dió la oportunidad de estudiar lo hizo con el estómago vacío. Es hora de pagar. Esa gente trabajó renunciando a sus sueños para que nosotros pudiéramos obtener el conocimiento para lograr los nuestros. ¿Dónde está nuestro compromiso de corresponder a ese esfuerzo? Llevamos en la conciencia una deuda muy grande con todas la personas que nos rodean. ¿Cuándo la vamos a pagar? ¿Cuándo vamos a dejar de quejarnos como niños y comenzar a actuar como hombres?

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