Revista Attos
Volúmen #15, ene/2006
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Cuatro grupos sociales

Son pocas las veces que he recibido tanta correspondencia en relación a un volúmen de la revista. Creo que el haber abordado un tema tan, digamos, convencional como el aspecto económico desató muchos comentarios y opiniones que externaron diferentes personas desde distintos puntos de la Tierra. Recibí correos desde Colombia, Venezuela, México, Argentina, España y Panamá expresando distintas opiniones que podría generalizar como demostraciones de descontento y extrañeza por abordar un tema no científico, o ni siquiera tecnológico.

Y es que, verás tú, el aspecto económico debe ser abordado con el mismo énfasis y análisis crítico si hemos de transformar una idea en algo que sirva a los demás. De lo contrario lo mas probable es que la idea se quede como eso: una idea solamente.

En la sociedad actual abundan las personas que tienen ideas y que estudian ciencias tratando de saber cada vez mas. Esas personas por lo general las podemos encontrar en centros de educación superior o de postgrado. Por otra parte también abundan personas que trabajan todos los dias por su sustento y las cuales por lo general no tienen una educación a nivel licenciatura, y si la tienen por lo general no se dedican a la investigación sino a la industria o al comercio. Este segundo grupo de personas, por cierto, es enormemente mas grande que el primero. Eso crea una situación bipolar en la que por un lado tenemos un grupo social que posee el conocimiento y conoce los principios con los que la naturaleza funciona, mientras que por otro tenemos un grupo social que tiene muchas necesidades y que no tiene mucha información acerca de la razón por la que las cosas son como son. Esos dos grupos han estado apartados uno del otro por mucho tiempo. Tanto que me atrevería a decir que el primer grupo social parece no vivir plenamente en la realidad, mientras que el segundo parece no poder abstraerse de ella ni por un instante para tratar de entenderla. Eso me dá la impresión que provoca un distanciamiento enorme y adverso a los intereses de ambos.

Pero hay un tercer grupo, el de los empresarios, los cuales poséen los recursos económicos en forma de dinero, maquinaria, mano de obra, etc., que son necesarios para llevar a la práctica cualquier idea.

El distanciamiento entre esos tres grupos sociales es adverso al grupo científico, por así decirlo, ya que impide que este disponga de los recursos económicos suficientes para poder hacer su labor exitosamente. Al no ser comprendida su misión, no se le recompensa con recursos económicos. Por otra parte, dicho distanciamiento es adverso al grupo trabajador, por así decirlo, ya que no le permite entender lo que el grupo científico hace y por lo tanto no es capaz de solicitar de manera coordinada y efectiva los estudios y análisis al primer grupo.

Pero ese distanciamiento también es adverso al grupo social de empresarios ya que no les permite invertir sus recursos en la creación de nuevos satisfactores para las necesidades tanto presentes como futuras.

Pues bien, ¿qué hacer entonces? ¿Cual de los tres grupos debería tomar la iniciativa de acercarse al otro? Yo pienso que los tres grupos están obrando según su naturaleza y no deberían hacer nada adicional a lo que ya hacen. Pienso que existe un cuarto grupo que debería actuar pero que no lo hace porque prácticamente no existe. O mejor dicho, sí existe pero se ha reusado a participar activamente y hacer su papel debidamente. Ese grupo es el de los tecnólogos. El de los ingenieros. El de aquellas personas que han sido capacitadas para entender los principios naturales descubiertos por el grupo científico y también para entender las necesidades prácticas de aquellos que trabajaron para que adquirieran lo que ahora saben y conocen. Ese grupo de tecnólogos ha decidido anualrse a sí mismo y comportarse como un montón de descoordinados peones.

Ahora bién, me podrán preguntar que qué tiene esto que ver con la editorial del volumen anterior. Bueno, pues tiene todo que ver. Ese tercer grupo al que me refiero también es capaz de hablar el lenguaje económico de los empresarios para así cifrar en cuentas económicas la viabilidad de una idea científica. Es capaz de evaluar económicamente una idea y determinar la cantidad de recursos económicos que se necesitan para llevarla a cabo y transformarla en un satisfactor efectivo, cuya realización forzosamente derivará al mismo tiempo en una actividad redituable. Pero no lo hace. Y no lo hace porque ha crecido creyendo que para llevar a cabo una idea se necesita capital. No ha entendido que para llevar a cabo una idea se necesita primero detectar una necesidad, luego identificar un satisfactor, luego trabajar en ello. Primero es el trabajo, luego el capital. No al revés. Pero el trabajo no debe hacerse en pos de un capital, sino en pos de la creación de un satisfactor. Una vez creado ese satisfactor podrá ser canjeado por muchas cosas. Dinero entre ellas, quizás, aunque no necesariamente.

Aunque no me esperaba tanta correspondencia derivada de la editorial del mes pasado, no me extraña que así haya sido. Solo confirma la necesidad que existe primero de entender la situación real, para así poder comenzar a plantear soluciones y luego trazar un plan de acción. A todas esas mas de 4300 personas que han leído la revista durante los últimos treinta dias y a todos esos que han enviado su correspondencia se los agradezco por este medio. Sé que de esas personas habrá al menos una que se decidirá a hacer algo.

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