Revista Attos
Volúmen #30, abr/2008
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Acerca de los Rayos Cósmicos
Por Nikola Tesla


Carta del Dr. Nikola Tesla al editor de la revista New York Times. Fecha 4 de febrero de 1932.

Al Editor del New York Times:

Le ha dado usted espacio considerable al tema de los rayos cósmicos, lo cual parece haber elevado la atención general de una forma inusual. Debido a que he descubierto este maravilloso fenómeno y lo he investigado mucho antes que otros comenzaran sus investigaciones, sus lectores quizás se interesen por mis hallazgos.

La idea original fue presentada y discutida por mí en una serie de artículos acerca de los rayos Roentgen y la radioactividad publicados desde 1896 hasta 1898 en la revista Electrical Review. Los resultados de mis descubrimientos fueron reportados por todo el mundo através de la organización Associated Press y encontraron un poderoso eco. Pero en aquel entonces, los hombres de ciencia se oponían enfáticamente a mis teorías, sosteniendo que las nuevas acciones se debían a alguna clase de movimiento ondulatorio, mientras que, de acuerdo a mis propias observaciones, las acciones se producían debido a partículas de materia eléctricamente cargadas y proyectadas con gran velocidad. Fue solo años después que los puntos de vista que entonces propuse fueron gradualmente aceptados.

Los experimentos que llevé a cabo en 1896 fueron grandemente facilitados por mi invento de una nueva forma de tubo al vacío adecuado para operación con corrientes de muchos millones de voltios y que arrojaba efectos de intensidades trascendentes. Este instrumento ha sido desde entonces adoptado por otros investigadores y mucho del progreso en diferentes campos ha sido alcanzado por su uso.

Cuando se descubrió la radioactividad, se pensó que era una manifestación enteramente nueva de energía limitada solo a algunas sustancias. Yo obtuve suficiente evidencia para convencerme de que tales acciones eran en general de la misma naturaleza que las exhibidas por mis tubos. En estos, diminutos corpúsculos, acerca de los cuales todavía albergamos dudas, son disparados desde una altamente electrificada terminal contra un objetivo en donde se generan rayos Roentgen u otros, debido al impacto.

Ahora, de acuerdo a mi teoría, un cuerpo radioactivo es simplemente un objetivo que es contínuamente bombardeado por balas infinitesimales proyectadas desde todas partes del universo, y si esta, entonces desconocida, radiación cósmica pudiera ser totalmente interceptada, la radioactividad cesaría.

Hice algunos progresos en la solución del misterio hasta que en 1899 obtuve las pruebas experimentales y matemáticas de que el Sol y otros cuerpos celestes similarmente acondicionados emiten rayos de gran energía los cuales consisten de partículas inconcebiblemente pequeñas animadas por velocidades que vastamente exceden la velocidad de la luz.

Tan alta es la capacidad penetrante de estos rayos que pueden atravezar miles de millas de materia sólida pero con poca disminución de velocidad. Al pasar através del espacio, el cual está lleno de polvo cósmico, generan una radiación secundaria de intensidad constante, dia y noche, la cual se derrama sobre la Tierra igualmente desde todas direcciones.

Debido a que los rayos primarios proyectados desde los soles y estrellas pueden pasar a través de distancias medidas en años luz sin que sufran una gran disminución de velocidad, se desprende que si una radiación secundaria se genera cerca de un sol o a alguna distancia de él, aún cuando sea grande, su intensidad será la misma.

Consecuentemente, si nuestro Sol, o cualquier otro, dejara de existir, no tendría efecto apreciable sobre la radiación secundaria. Esta última no es muy penetrante y es parcialmene absorbida por la atmósfera. De acuerdo a mis determinaciones, su intensidad mas allá de la atmósfera es aproximadamente 50 por ciento mas grande que la intensidad que tiene al nivel del mar.

Siendo la atmósfera equivalente a 36 pulgadas de plomo, es sencillo determinar la intensidad de esta radicación midiendo su penetración a cualquier altitud conocida. Esta teoría está de acuerdo sorprendentemente con mis experimentos con mis tubos al vacío, pero aún si no tuviera tales pruebas yo lo consideraría plausible.

Aún cuando las exploraciones de las regiones superiores de la atmósfera pudieran producir muchos resultados importantes en otros campos, no creo que vayan a contribuir considerablemente a nuestro conocimiento de los rayos cósmicos. En vista de esto, yo creo que haríamos un progreso mucho mas rápido si aquellos que ahora están tomando interés en eso, aceptaran mi teoría y continuaran edificando sobre estas bases, en lugar de embarcarse en aventuras inútiles en busca de míticos rayos provenientes de ninguna parte.




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