Revista de Attos

Volúmen #18, dic/2005

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Immanuel Velikovsky

El problema de incrementar la energía humana
con referencias especiales al manejo de la energía del sol

Por Nikola Tesla


Escrito por Nikola Tesla en 1891 en la ciudad de Nueva York, Nueva York, y publicado por la revista Century en junio de 1900.
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EL MOVIMIENTO HACIA ADELANTE DEL HOMBRE  - LA ENERGIA DEL MOVIMIENTO - LAS TRES FORMAS DE INCREMENTAR LA ENERGIA HUMANA.

De todas las variedades sin fín de fenómenos que presenta la naturaleza a nuestros sentidos, no hay ninguno que llene nuestras mentes con tan grande maravilla como los inconcebibles complejos movimientos los cuales, enteramente, designamos como vida humana. Su misterioso origen está velado por la siempre impenetrable niebla del pasado, su carácter considerado incomprensible por su infinito intrincamiento, y su destino está oculto en las inconmensurables profundidades del futuro. ¿De donde proviene? ¿Qué es? ¿Hacia qué lugar se dirige? Son las grandes preguntas que los sabios de todos los tiempos se han dedicado a responder.

La ciencia moderna dice: el sol es el pasado, la tierra el presente, la luna el futuro. De una masa incandescente nos hemos originado, y a la masa congelada regresaremos. Despiadada es la ley de la naturaleza, y rápida e irresistiblemente nos conducimos a nuestra ruina. Lord Kelvin, en sus profundas meditaciones, nos permite solo un corto tiempo de vida, algo como seis millones de años, después de los cuales la luz del sol cesará de brillar, y su calor dador de vida habrá declinado, y nuestra tierra será un montón de hielo, apresurándose hacia la noche eterna. Pero no hay que rendirse. Aún así permanecerá en ella una pequeña chispa de vida, y habrá oportunidad de encender un nuevo fuego en alguna estrella distante. Esta maravillosa posibilidad parece, en realidad, que existe, a juzgar por los hermosos experimentos del Professor Dewar con aire líquido, los cuales muestran que los gérmenes de la vida orgánica no se destruyen por el frío, sin importar lo intenso que sea; consecuentemente pueden ser transmitidos a través del espacio interestelar. Mientras tanto las gozosas luces de la ciencia y el arte, siempre incrementando en intensidad, iluminan nuestro camino, y las maravillas que descubren, y las alegrías que ofrecen, nos hacen mesurablemente olvidadizos del futuro ruinoso.

Aún cuando nunca lleguemos a ser capaces de comprender la vida humana, sabemos ciertamente que es un movimiento, de cualquier naturaleza que sea. La existencia del movimiento inevitablemente implica un cuerpo que está siendo movido y una fuerza que lo está moviendo.

De aquí que, donde sea que haya vida, hay una masa movida por una fuerza. Toda masa posee inercia, toda fuerza tiende a persistir. Debiéndose a esta propiedad y condición universal, un cuerpo, sea que esté en reposo o en movimiento, tiende a permanecer en el mismo estado, y una fuerza, manifestándose a sí misma en cualquier parte y a través de cualquier curso, produce una fuerza equivalente opuesta, y como una absoluta necesidad de esto se deriva que cada movimiento en la naturaleza debe ser rítmico. Hace mucho esta simple verdad fué claramente señalada por Herbert Spencer, quien arribá a ella a través de un processo algo distinto de razonamiento. Está implícita en todo lo que percibimos en el movimiento del planeta, en el surgimiento y retraccián de la marea, en las reverberaciones del aire, el balanceo de un péndulo, las oscilaciones de una corriente eléctrica, y en los infinitamente variados fenómenos de la vida orgánica. ¿No lo confirma así acaso la vida humana? Nacimiento, crecimiento, edad avanzada, y muerte de un individuo, familia, raza, o nación, ¿que es todo sino ritmo? Toda manifestación de vida, entonces, aún en su más intrincada forma, como se ejemplifica en un hombre, envuelto e inescrutable, es únicamente movimiento, al cual las mismas leyes generales del movimiento que gobiernan al universo físico deben ser aplicadas.


Figura 1. Quemando nitrógeno de la atmósfera. Descarga del aro de latón sobre la parte superior.

Nota a la figura 1.- Este resultado es producido por la descarga de un oscilador eléctrico entregando doce millones de voltios. La presión eléctrica, alternándose cien mil veces por segundo, excita el normalmente inerte nitrógeno, causando que se combine con oxígeno. La descarga en forma de flama mostrada en la fotografía mide sesenta y cinco pies.

Cuando hablamos de hombre, tenemos la concepción de la humanidad como un todo, y antes de aplicarle métodos científicos a la investigación de su movimiento, debemos aceptar esto como un hecho físico. Pero ¿podría alguien dudar hoy en día que todos los millones de individuos y todos los inumerables tipos y caracteres constituyen una entidad, una unidad? Aún cuando libres de pensar y actuar, estamos sujetos juntos, como las estrellas en el firmamento, con lazos inseparables. Estos lazos no se pueden ver, pero los podemos sentir. Me corto un dedo, y me duele; este dedo es parte de mí. Veo el dolor de un amigo, y me duele también; mi amgo y yo somos uno mismo. Y ahora veo un enemigo muerto, un pedazo de materia la cual, de todas las materias en el universo, me preocupa menos, y aún así todavía me afecta. ¿No prueba esto que cada uno de nosotros es únicamente parte de un todo?

Por edades, esta idea ha sido proclamada en las sabias y consumadas enseñanzas de la religión, probablemente no solamente como medio de asegurar la paz y la harmonía entre los hombres, sino como una verdad profundamente fundamentada. El budista lo expresa de una forma, el cristiano de otra, pero ambos dicen lo mismo: todos somos uno. Las pruebas metafísicas son, sin embargo, no las únicas que somos capaces de mostrar en apoyo de esta idea. La ciencia, también, reconoce esta conexión de individuos separados, aunque no sea en el mismo sentido ya que admite que los soles, los planetas, las lunas de una constelación son un solo cuerpo, y no puede haber duda de que será experimentalmente confirmado en tiempos por venir, cuando nuestros medios y métodos para investigar fenómenos y otros estados físicos haya sido llevaba a gran perfección. Todavía más: este ser humano continúa viviendo siempre. El individuo es efímero, razas y naciones vienen y van, pero el hombre permanece. Ahí radica la profunda diferencia entre el individuo y el todo. Ahí, también, se debe encontrar la explicación parcial de muchos de esos maravillosos fenómenos de herencia los cuales son el resultado de incontables siglos de débil pero persistente influencia.

Concibo, entonces, al hombre como una masa urgida por una fuerza. Aún cuando este movimiento no sea de carácter translatorio, implicando un cambio de lugar, aún así las leyes generales de la mecánica del movimiento son aplicables a él, y la energía asociada con esta masa puede ser medida, de acuerdo con principios bien conocidos, por la mitad del producto de la masa con el cuadrado de una cierta velocidad. Así que, por ejemplo, una bola de cañón que se encuentre en reposo posee una cierta cantidad de energía en forma de calor, la cual medimos de forma similar. Imaginemos que la bola consiste de inumerables partículas diminutas, llamadas átomos o moléculas, las cuales vibran o giran una alrededor de la otra. Determinamos sus masas y velocidades, y de ellas la energía de cada uno de esos diminutos sistemas, las sumamos todas juntas, obtenemos una idea de la energía total contenida en la bola, la cual está solo aparentemente en reposo. En este puramente teórico estimado esta energía puede entonces ser calculada multiplicando la mitad de la masa total -es decir, la mitad de la suma de todas las masas pequeñas- con el cuadrado de la velocidad la cual se determina de las velocidaddes de las partículas separadas. De manera similar podemos concebir la energía humana siendo medida por la mitad de la masa humana multiplicada por el cuadrado de la velocidad la cual todavía no hemos sido capaces de computar. Pero nuestra deficiencia en este conocimiento no puede evitar la verdad de las deducciones que voy a mostrar, las cuales descansan en la base firme de que las mismas leyes de la masa y la fuerza gobiernan a toda la naturaleza.

El hombre, sin embargo, no es una masa ordinaria, consistente en átomos giratorios y moléculas, y sólo conteniendo calor. El es una masa que posee ciertas cualidades elevadas por razón de un principio creativo de vida con el cual ha sido equipado. Su masa, como el agua en una ola del mar, está siendo continuamente intercambiada, lo nuevo tomando el lugar de lo viejo. No solo esto, sino que crece, se propaga y muere, así alterando su masa independientemente por igual en tamaño y densidad. Lo que es más maravilloso de todo, es que es capaz de incrementar o disminuir su velocidad de movimiento por la misteriosa fuerza que posee apropiándose de más o menos energía de otra sustancia, y convirtiéndola en energía motriz. Pero en cualquier momento podríamos ignorar estos cambios lentos y asumir que la energía humana está medida por la mitad del producto de la masa de un hombre con el cuadrado de una cierta hipotética velocidad. Como sea que podamos computar esa velocidad, y cualquier cosa que tomemos como el estándar de su medida, debemos, en harmonía con esta concepción, arribar a la conclusión de que el gran problema de la ciencia es, y siempre será, incrementar la energía así definida. Hace muchos años, estimulado por el estudio de este hondamente interesante trabajo, la "Historia del Desarrollo Intelectual de Europa" de Draper, mostrando tan vívidamente el movimiento humano, reconocí que resolver este problema siempre debe ser el principal trabajo de la ciencia. Algunos resultados producto de mi esfuerzo personal encaminados hacia esto me atreveré a describir en breve aquí.


Diagrama a. Las tres formas de incrementar la energía humana.

Dejemos entonces, que el diagrama a, muestre a M como la masa del hombre. Esta masa es empujada en una dirección por una fuerza f, la cual es resistida por otra parcialmente friccional y parcialmente negativa fuerza R actuando en una dirección exactamente opuesta, y retardando el movimiento de la masa. Tal fuerza antagonista está presente en cada movimiento y debe ser tomada en consideración. La diferencia entre estas dos fuerzas es la fuerza efectiva que imparte la velocidad V a la masa M en la dirección de la flecha sobre la línea representando la fuerza F. De acuerdo con lo anterior, la energía humana entonces estar dada por el producto ½MV2 = ½MVV, en la cual M es el total de la masa de un hombre en la interpretación ordinaria del término "masa", y V es una cierta hipotética velocidad, la cual, en el presente estado de la ciencia, somos incapaces de definir exactamente y determinar. Incrementar la energía humana es, por lo tanto, equivalente a incrementar este producto, y hay, como veremos en breve, únicamente tres formas posibles de alcanzar este resultado, las cuales se ilustran en el diagrama de arriba. La primera forma mostrada en la figura de arriba, es incrementar la masa (como se indica por la línea punteada), dejando las dos fuerzas en oposición igual. La segunda aforma es reducir la fuerza retardante R a un valor más pequeño r, dejando la masa y la fuerza impelente igual, como se muestra diagramáticamente en la figura de en medio. La tercera forma, la cual se ilustra en la última figura, es incrementar la fuerza f impelente a un valor más alto F, mientras la masa y la fuerza retardante R pemanecen inalteradas. Evidentemente existen límites con respecto a incrementar la masa y a reducir la fuerza retardante, pero la fuerza impelente puede ser incrementada indefinidamente. Cada una de estas posibles soluciones presenta un diferente aspecto del principal problema de incrementar la energía humana, la cual así se divide en tres distintos problemas, a ser considerados sucesivamente.

EL PRIMER PROBLEMA: COMO INCREMENTAR LA MASA HUMANA - LA COMBUSTION DEL NITROGENO ATMOSFERICO.

Visto de una manera general, hay obviamente dos maneras de incrementar la masa de la humanidad: la primera, agregando y manteniendo esas fuerzas y condiciones las cuales tienden a incrementarla; y, segundo, oponiendo y reduciendo aquellas que tienden a disminuirla. La masa será incrementada con especial cuidado a la salud, con comida sustancial, con moderación, con regularidad de hábitos, con la promoción del matrimonio, con atención conscienzuda a los niños, y, generalmente expresado, con la observancia de todos los muchos preceptos y leyes de la religión y la higiene. Pero para agregar nueva masa a la vieja, tres casos se presentan nuevamente. Ya sea que la masa agregada sea de la misma velocidad que la vieja, o que sea más pequeña o de velocidad más alta. Para ganar una idea de la relativa importancia de estos casos, imagina un tren compuesto de, por decirlo, cien locomotoras corriendo por la vía, y supón que, para incrementar la energía de la masa en movimiento, cuatro más locomotoras son agregadas al tren. Si estas cuatro locomotoras se mueven a la misma velocidad a la cual se mueve el tren, la energía total será incrementada cuatro por ciento; si se están moviendo solo a la mitad de esa velocidad, el incremento alcanzará solo el uno por ciento; si se estan moviento al doble de esa velocidad, el incremento a la energía será del dieciseis por ciento. Esta simple ilustración muestra que es de la mayor importancia agregar masa de una velocidad más alta. Expresado más hacia el punto en cuestión, si, por ejemplo, los niños son del mismo nivel de iluminación que los padres, -esto es, masa de la "misma velocidad",- la energía simplemente incrementará proporcionalmente al número agregado. Si son menos inteligentes o avanzados, o masa de "menor velocidad", habrá un aumento muy pequeño de energía; pero si son más avanzados, o masa de "alta velocidad", entonces la nueva generación se agregará considerablemente a la suma del total de la energía humana. Cualquier adición de masa de "velocidad menor", más allá de esa indispensable cantidad requerida por la ley expresada en el proverbio, "mens sana in cuerpore sano", debería ser firmemente opuesta. Por ejemplo, el desarrollo muscular solo, como se promueve en algunas escuelas, yo lo considero al equivalente de agregar más masa de "menor velocidad", y yo no la recomendaría, aún cuando mi opinión era diferente cuando yo era un estudiante. Ejercicio moderado, asegurar un balance correcto entre cuerpo y mente, y el más alto desempeño en eficiencia, es, por supuesto, un requerimiento primario. El ejemplo anterior muestra que el resultado más importante de obtener es la educación, o incremento de "velocidad", de la masa nueva agregada.

Por el contario, apenas si necesita ser dicho que todo lo que esté en contra de las enseñanzas de la religión y las leyes de la higiene tiende a decrementar la masa. Whisky, vino, te, café, tabaco, y otros estimulantes similares son responsables del acortamiento de la vida de muchos, y tienen que ser usados con moderación. Pero yo no creo que rigurosas medidas de supresión de hábitos seguidos ya por muchas generaciones sean recomendables. Es más sabio pregonar la moderación que la abstinencia. Nos hemos acostumbrado a estos estimulantes, y si tales reformas han de efectuarse, han de ser lentas y graduales. Aquellos que han dedicado sus energías a tales fines podrían hacerse más utiles cambiando sus esfuerzos en otras direcciones, como, por ejemplo, hacia la venta de agua pura.

Por cada persona que perece por los efectos de un estimulante, al menos mil mueren de las consecuencias de beber agua impura. Este precioso fluído, el cual diariamente se infunde en nosotros, es al mismo tiempo el vehículo principal a través del cual las enfermedades y la muerte entran en nuestro cuerpo. Los germenes de destrucción que conlleva son enemigos de lo más terrible ya que ejercen su fatal trabajo desapercibidos. Sellan nuestra perdición mientras vivimos y disfrutamos. La mayoría de la gente es tan ignorante y descuidada al beber agua, y las consecuencias de esto son tan desastrosas, que un filántropo apenas si puede utilizar mejor sus esfuerzos que dedicarse a iluminar a aquellos que se lastiman a sí mismos de esa forma. Por medio de la sistemática esterilización y purificación del agua potable la masa humana sería muy considerablemente incrementada. Debería hacerse una regla rígida -la cual debería ser obligada por ley- el hervir el agua o esterilizarla en cada hogar o lugar público. El filtrado por sí solo no proporciona suficiente seguridad contra las infecciones. Todo el hielo para usos internos debería ser artificialmente preparado a partir de agua completamente esterilizada. La importancia de eliminar los gérmenes de la enfermedad del agua de la ciudad es generalmente reconocida, pero poco se está haciendo para mejorar las condiciones existentes, ya que no se ha anticipado ningún método de esterilización para grandes cantidades de agua. Por medio de mejorados aparatos eléctricos ahora estamos en la posibilidad de producir ozono a bajo costo en grandes cantidades, y este desinfectante ideal parece ofrecer una solución feliz de esta importante cuestión.

Las apuestas, las prisas en los negocios, y las emociones, particularmente en el intercambio de valores, son causa de mucha reducción de masa, tanto más por cuanto los individuos preocupados representan unidades de alto valor. Incapacidad de observar los primeros síntomas de una enfermedad, y descuido negligente al mismo tiempo, son factores importantes de mortalidad. Notando cuidadosamente cada signo de peligro que se acerca, y haciendo conscientemente cada posible esfuerzo para revertirlo, no únicamente estaremos siguiendo las leyes de la higiene en el interés de nuestro bienestar y el éxito de nuestras labores, sino que también estaremos cumpliendo con un deber de la más alta moral. Todos deberían considerar su cuerpo como un regalo precioso de alguien a quien amamos por sobre todo, un maravilloso trabajo de arte, de indestructible belleza y maestría más allá de la concepción humana, y tan delicada y frágil que una palabra, un suspiro, una mirada, no, un pensamiento, pueden injuriarlo. Suciedad, la cual crea enfermedad y muerte, no es solo un autodestructivo sino inmoral hábito. Al conservar nuestros cuerpos libres de infección, saludables, y puros, expresamos nuestra reverencia por el alto principio con el cual fueron dotados. Aquel que sigue los principios de la higiene en este espíritu se prueba a sí mismo, hasta ahora, realmente religioso. El relajamiento de la moral es un terrible mal, el cual envenena ambos mente y cuerpo, y el cual es responsable por una gran reducción de la masa humana en algunos paises. Muchas de las presentes costumbres y tendencias son productoras de resultados similarmente nocivos. Por ejemplo, la vida en sociedad, la educación moderna y la búsqueda de mujeres, tienden a conducirlos lejos de sus deberes en el hogar y convertirlos en hombres, obligándolos a detractarse del elevado ideal que representan, disminuyendo el poder creativo artístico, y causando esterilidad y un generalizado debilitamiento de la raza. Mil y otros males podrían ser mencionados, pero todos puestos juntos, en contribución al problema en discusión, no podrán igualar a uno en particular: la necesidad de comida, provocada por la pobreza, privación, y hambruna. Millones de individuos mueren anualmente en busca de comida, así manteniendo abajo la masa. Aún en nuestras iluminadas comunidades, y no sin menoscabo de muchos esfuerzos caritativos, es todavía, con toda probabilidad, el mal principal. No me refiero aquí a la absoluta necesidad de comida, sino de nutrición saludable.

Cómo proporcionar buena y abundante comida es, por tanto, la más importante pregunta del día. En principio la crianza de ganado como medio de proveer comida es objetable, porque, en el sentido interpretado arriba, debe sin duda alguna tender a agregar masa de "velocidad menor". Es de hecho preferible cultivar vegetales, y pienso, por lo tanto, que el vegetarianismo es un despegue recomendable del establecido hábito bárbaro. Que podemos subsistir en base a comida vegetal y desempeñar nuestro trabajo aún ventajosamente no es una teoría, sino un bién demostrado hecho. Muchas razas viviendo casi exclusivamente de vegetales son de psique y fuerza superiores. No hay duda de que algunas comidas vegetales, como la avena, son más económicas que la carne, y superiores a ella con respecto al desempeño mecánico y mental. Tal comida, más aún, sobrecarga nuestros órganos digestivos decididamente menos, y, al hacernos más sociables y alegres, produce una cantidad de beneficios difícil de estimar. En vista de estos hechos debe desarrollarse todo esfuerzo para detener la maliciosa y cruel carnicería de animales, lo cual debe ser destructivo para nuestra moral. Para liberarnos a nosotros mismos de instintos y apetitos animales, los cuales nos mantienen abajo, deberíamos comenzar por la mera raiz de la cual nos levantamos: deberíamos efectuar una reforma radical en el carácter de la comida.

No parece haber una necesidad filosófica para la comida. Podemos entender la existencia de seres organizados viviendo sin alimento, y derivando toda la energía que necesitan para el desempeño de sus funciones vitales del medio ambiente. En un cristal, tenemos la clara evidencia de la existencia de un principio formativo de vida, y aún cuando no podemos entender la vida del cristal, es sin embargo un ser viviente. Puede haber, ademas de cristales, otros sistemas de seres individualizados materiales tal vez de constitución gaseosa, o compuestos de substancias aún más tenues. En vista de esta posibilidad, no, probabilidad, no podemos incontrovertidamente negar la existencia de seres organizados en un planeta tan solo porque las condiciones en el mismo no son favorables a la existencia de la vida como la concebimos nosotros. No podemos ni siquiera, con seguridad positiva, asegurar que algunos de ellos no pueden estar presentes aquí, en este mundo, justo entre nosotros, ya que su constitución y manifestación puede ser de tal naturaleza que no la podamos percibir.

La producción de comida artificial como un medio de incrementar la masa humana se sugiere a si misma de manera natural, pero un intento directo de esta clase para proveer nutrición no me parece a mi racional, al menos no por el momento. Si acaso pudiéramos florecer en base a tal alimentación es muy dudoso. Somos el resultado de edades de contínua adaptación, y no podemos radicalmente cambiar sin inanticipadas y, con toda probabilidad, desastrozas consecuencias. Tal experimento incierto no debería ser intentado. Con mucho, el mejor camino, me lo parece a mi, para sobrepasar la desolación del mal, debería ser encontrar caminos para incrementar la productividad de los suelos. Con este objetivo la preservación de los bosques es de una importancia que no puede ser sobreestimada, y de la misma forma, también, la utilización de la fuerza del agua para propósitos de la transmisión de electricidad, evitando en muchas maneras la necesidad de quemar madera, y tendiendo por lo tanto a la preservación de los bosques, debe ser fuertemente favorecida. Pero hay límites en el mejoramiento a efectuarse de esta y otras maneras similares.

Para incrementar materialmente la productividad del suelo, debe ser fertilizado más efectivamente por medios artificiales. La cuestión de la producción de comida se resuelve a si misma, entonces, en la cuestión de qué tan bien fertilizar el suelo. Qué fué lo que hizo al suelo todavía es un misterio. Explicar su origen es probablemente equivalente a explicar el origen de la vida misma. Las rocas, desintegradas por la humedad y el calor y el viento y el clima, no fueron capaces en sí mismas de mantener la vida. Alguna inexplicada condición apareció, y algún nuevo principio se efectuó, y la primera capa capaz de sostener organismos bajos, como musgos, se formó. Estos, por medio de su nacimiento y muerte, agregaron más del suelo de calidad para sostener vida, y organismos más elevados pudieron entonces subsistir, y así sucesivamente, hasta que finalmente altamente desarrollada vida de animales y plantas pudo florecer. Pero aún cuando las teorías están, incluso ahora, en desacuerdo acerca de cómo la fertilización se efectuó, es un hecho, solo muy bien precisado, que el suelo no puede sostener vida indefinidamente, y que alguna forma debe haber para proveerlo con las sustancias las cuales han sido sustraídas por las plantas. La principal y más valiosa entre estas sustancias son los compuestos de nitrógeno, y la barata producción de estos es, por lo tanto, la solución clave de todo el importante problema de la alimentación. Nuestra atmósfera contiene una inextinguible cantidad de nitrógeno, y si tan solo pudiéramos oxidarla para producir estos compuestos, seguiría un incalculable beneficio para la humanidad.

Hace tiempo esta idea se mantuvo fuertemente en la imaginación de los hombres de ciencia, pero un método eficiente de llevar esto a cabo no pudo idearse. El problema fué considerado como extraordinariamente difícil debido a lo extraordinariamente inerte del nitrógeno, el cual se rehusa a combinarse con el oxígeno. Pero la electricidad viene en nuestro auxilio: las dormidas afinidades del elemento son despertadas por una corriente de las características apropiadas. De la misma forma que un montón de carbón el cual ha estado en contacto con el oxígeno por siglos sin quemarse se combinará con él una vez inflamado, así el nitrógeno, excitado por la electricidad, se quemará. Yo no tuve éxito, sin embargo, en producir las descargas eléctricas para excitar efectivamente el nitrógeno atmosférico sino hasta fecha comparativamente reciente, aún cuando mostre, en mayo, 1891, en un discurso científico, una novedosa forma de descarga o de flama eléctrica nombrada "aire caliente de san Elmo", el cual, aparte de ser capaz de generar ozono en abundancia, también poseía, tal y como lo puntualicé en esa ocasión, distintivamente la cualidad de excitar afinidades químicas. Esta descarga, o flama, era entonces solo tres o cuatro pulgadas de larga, su acción química era del mismo modo, muy débil, y consecuentemente el proceso de oxidación del nitrógeno era improductivo. Cómo intensificar esta acción fué la pregunta. Evidentemente las corrientes eléctricas de alguna clase pecualiar tenían que ser producidas de modo de hacer el proceso de combustión del nitrógeno más eficiente.

El primer adelanto fué hecho al observar que la actividad química de la descarga se incrementaba considerablemente al usar corrientes de extremadamente alta frecuencia o índice de vibración. Esto fué una mejora importante, pero consideraciones prácticas pronto establecieron un definido límite al avance en esta dirección. Después, los efectos de la presión eléctrica de los impulsos de corriente, de su forma de onda y otras características, fueron investigadas. Entonces la influencia de la presión y temperatura atmosfericas y de la presencia de agua y otros cuerpos fué estudiada, y así las mejores condiciones para causar la más intensa acción química de la descarga y asegurando la más alta eficiencia del proceso fueron gradualmente obtenidas. Naturalmente, las mejoras no vinieron pronto; aún así, poco a poco, avancé. La flama creció más y más grande, y su acción oxidante se hizo más intensa. De una descarga insignificante de unas cuantas pulgadas de largo, se convirtió en un maravilloso fenómeno eléctrico, un rugiente resplandor, devorando el nitrógeno de la atmósfera y midiendo sesenta o setenta pies de largo. De modo que lentamente, casi imperceptiblemente, la posibilidad se convirtió en logro. No todo está hecho todavía, de ningún modo, pero una idea de a qué grado mis esfuerzos han sido recompensados puede obtenerse al inspeccionar la figura 1 (p. 176), la cual, con su título, se explica por si misma. La descarga flameante visible es producida por intensas oscilaciones eléctricas las cuales pasan a través de la bobina mostrada, y violentamente agitan las moléculas electrificadas del aire. Por estos medios se crea una fuerte afinidad entre los dos normalmente indiferentes constituyentes de la atmósfera, y se combinan fácilmente, aún si no se toma ninguna provisión para intensificar la acción química de la descarga. En la fabricación de compuestos de nitrógeno por estos medios, por supuesto, todo posible medio dirigido hacia la intensidad de esta acción y la eficiencia del proceso será tomada como ventaja de, y, ademas, medios especiales que serán proveídos para fijar los compuestos así formados, ya que son generalmente inestables, el nitrógeno volviendose nuevamente inerte después de un pequeño lapso de tiempo. El vapor de agua es un medio simple y efectivo para fijar permanentemente los compuestos. El resultado ilustrado hace práctica la oxidación del nitrógeno atmosférico en cantidades ilimitadas, únicamente por el uso de potencia mecánica barata y simples apratos eléctricos. En esta forma muchos compuestos de nitrógeno pueden ser manufacturados en todo el mundo, a bajo costo, y en la cantidad que se desee, y por medio de estos compuestos el suelo puede ser fertilizado y su productividad indefinidamente incrementada. Una abundancia de comida barata y saludable, no artificial, como a la que estamos acostumbrados, puede así obtenerse. Esta nueva e inextinguible fuente de alimento es de incalculable valor para la humanidad, ya que contribuirá tremendamente a incrementar la masa humana, y así agregarse inmensamente a la energía humana. Pronto, espero, el mundo verá el principio de una industria la cual, en tiempos por venir, será, yo creo, de una importancia comparable a la del acero.

EL SEGUNDO PROBLEMA: COMO REDUCIR LA FUERZA RETARDANTE DE LA MASA HUMANA - EL ARTE DE LA TELEAUTOMATICA.

Como lo expresé anteriormente, la fuerza que retarda el movimiento de avance del hombre es parcialmente friccional y parcialmente negativa. Para ilustrar esta diferencia puedo nombrar, por ejemplo, ignorancia, estupidez, e imbecilidad como algunas de las puramente friccionales fuerzas, o resistencias desprovistas de alguna tendencia direccional. Por otra parte, visionismo, demencia, tendencias autodestructivas, fanatismo religioso, y por el estilo, son todas fuerzas de un carácter negativo, actuando en direcciones definidas. Para reducir o enteramente superar estas fuerzas retardantes disimilares, se deben emplear métodos radicalmente diferentes. Uno sabe, por ejemplo, lo que un fanático puede hacer, y uno puede tomar medidas preventivas, puede instruir, convencer, y, posiblmente dirigirlo, convertir su vicio en virtud; pero uno no sabe, y nunca podrá saber, lo que un bruto o un imbécil pueden hacer, y uno debe tratar con ello como con una masa, inerte, sin mente, suelta por los locos elementos. Una fuerza negativa siempre implica alguna calidad, no infrecuentemente una alta, sin embargo mal dirigida, la cual es posible convertir en buena ventaja; pero una fuerza sin dirección, friccional, involucra pérdida inevitablemente. Evidentemente, entonces, la primera y general respuesta a la anterior pregunta es: convertir toda fuerza negativa a la dirección correcta y reducir toda fuerza friccional.

No puede haber duda de que, de todas las fuerzas friccionales, la que más retarda el movimiento humano es la ignorancia. No sin razón dijo ese hombre de conocimiento, Buda: "La ignorancia es el más grande mal del mundo". La fricción que resulta de la ignorancia, y la cual se incrementa grandemente por los numerosos lenguajes y nacionalidades, puede ser reducida únicamente esparciendo el conocimiento y la unificación de los elementos heterogéneos de la humanidad. Ningún esfuerzo puede ser mejor encaminado. Pero como sea que la ignorancia haya retardado el movimiento de avance del hombre en tiempos pasados, es cierto que, en estos días, las fuerzas negativas han obtenido más importancia. Entre estas hay una del más grande moméntum que cualquier otra. Es llamada la guerra organizada. Cuando consideramos los millones de individuos, con frecuencia los más aptos en cuerpo y mente, la flor de la humanidad, quienes son empujados a una vida de improductividad e inactividad, las inmensas sumas de dinero requeridas diariamente para el mantenimiento de ejércitos y aparatos de guerra, representando siempre tanto de la energía humana, todo el esfuerzo inútilmente gastado en la producción de armas e implementos de destrucción, la pérdida de vida y el cultivo de un espíritu bárbaro, nos consternamos ante la inestimable pérdida de la humanidad la cual está involucrada en la existencia de estas deplorables condiciones. ¿Qué podemos hacer para combatir este gran mal?

La ley y el orden absolutamente requieren el mantenimiento de una fuerza organizada. No puede existir una comunidad y prosperar sin disciplina rígida. Cada país debe ser capaz de defenderse a sí mismo, en caso de ser necesario. Las condiciones de hoy no son el resultado de ayer, y un cambio radical no puede efectuarse mañana. Si las naciones se desarmaran al mismo tiempo, es más que probable que un estado de cosas peor que la guerra misma seguiría. La paz universal es un sueño hermoso, pero no realizable al mismo tiempo. Hemos visto recientemente que aún el noble esfuerzo del hombre envestido con el más grande poder ha sido virtualmente sin efecto. No es de sorprenderse, que el establecimiento de la paz universal es, por el momento, una imposibilidad física. La guerra es una fuerza negativa, y no puede ser convertida en positiva dirección sin pasar a través de interminables fases. Es el mismo problema que hacer que una rueda, girando en un sentido, gire en el sentido opuesto sin reducir la velocidad, deteniéndose, y acelerando nuevamente en el otro sentido.

Ha sido argumentado que la perfección de armas de gran poder destructivo detendrá la guerra. Yo mismo lo pensé por mucho tiempo, pero ahora creo que esto es un profundo error. Tales desarrollos la modificarán grandemente, pero no la detendrán. Por el contrario, pienso que cada nueva arma que se inventa, cada nuevo paso en esta dirección, solo invita nuevos talentos y habilidades, encadena un nuevo esfuerzo, ofrece un nuevo incentivo, y así únicamente ofrece un ímpetu fresco para más desarrollo. Pensemos en el descubrimiento de la pólvora. ¿Podemos concebir algún distanciamiento más radical que el efectuado por esta invención? Imaginémonos viviendo en ese período: ¿no pensaríamos acaso entonces que la guerra había llegado a su fin, cuando el caballero con su armadura se convirtió en objeto de ridiculización, cuando la fuerza del cuerpo y la habilidad, que antes significaban tanto, se convirtieron en algo de tan poco valor? Aún así, la pólvora no detuvo la guerra. Muy por el contrario. Actuó como un incentivo de lo más poderoso. Tampoco creo que la guerra pueda evitarse por algún desarrollo ideal o científico. No mientras existan condiciones similares a las que hoy prevalecen, ya que la guerra en si misma se ha convertido en una ciencia, y porque la guerra involucra algunos de los más sagrados sentimientos de los que el hombre es capaz. De hecho, es dudable que cualquier hombre que no esté dispuesto a pelear por un principio elevado sea bueno para algo, después de todo. No es la mente la que hace al hombre, ni tampoco el cuerpo; es la mente y el cuerpo. Nuestras virtudes y nuestras fallas son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan, ya no existe el hombre.

Otro argumento, el cual conlleva una considerable fuerza, es frecuentemente hecho, que dice, que la guerra pronto será imposible porque los medios de defensa están destruyendo a los medios de ataque. Esto es solo de acuerdo con la ley fundamental la cual puede ser expresada con la frase de que es más facil destruir que construir. Esta ley define las capacidades y las condiciones humanas. Si fuera más facil construir que destruir, el hombre avanzaría irrestrictamente, creando y acumulando sin límite. Tales condiciones no son de esta Tierra. Una criatura que pudiera hacer esto no sería hombre: podría ser dios. La defensa siempre tendrá la ventaja sobre el ataque, pero por sí misma, me parece a mi, nunca podrá detener la guerra. Por medio de nuevos principios de defensa podemos convertir puertos en impregnables contra un ataque, pero no podemos por tales medios prevenir que dos barcos se enfrenten en alta mar. Y entonces, si seguimos esta idea hasta su último desarrollo, llegaremos a la conclusión de que sería mejor para la humanidad si el ataque y la defensa estuvieran solo opuestamente relacionados; ya que si cada país, aún el más pequeño, pudiera rodearse a si mismo con una pared absolutamente impenetrable, y pudiera desafiar al resto del mundo, un estado de cosas seguramente se produciría en el cual sería extremadamente desfavorable al progreso humano. Es aboliendo todas las barreras las cuales separan a las naciones y a los paises que la civilización avanza mejor.

De nuevo, se alega por algunos que el advenimiento de la máquina voladora debe traer paz universal. Esto, también, pienso que es un punto de vista enteramente erroneo. La máquina voladora ciertamente viene, y muy pronto, pero las condiciones permanecerán igual que antes. De hecho, no veo razón por la cual una potencia, como Gran Bretaña, podría no gobernar el aire igual que el mar. Sin querer ponerme como profeta, no vacilo en afirmar que los siguientes años verán el establecimiento de un "poder aéreo", y su centro podrá no estar muy lejos de Nueva York. Pero, para todo eso, el hombre peleará decididamente.

El desarrollo ideal del principio de la guerra ultimadamente conducirá a la transformación de toda la energía de la guerra en pura energía potencial, energía explosiva, como la de un condensador eléctrico. En esta forma la energía de la guerra podría ser mantenida sin esfuerzo; necesitaría ser mucho más pequeña en cantidad, al tiempo que incomparablemente más efectiva.

En cuanto a la seguridad de un país contra la invasión extranjera, es interesante notar que eso depende solo en el relativo, y no en el absoluto, número de individuos o magnitud de las fuerzas, y que, si cada país redujera la fuerza de la guerra en la misma proporción, la seguridad permanecería inalterada. Un acuerdo internacional con el objeto de reducir al mínimo la fuerza de la guerra, el cual, en vista de la presente todavía imperfecta educación de las masas, es absolutamente indispensable, parecería, por lo tanto, ser el primer paso racional a tomar hacia la disminución de la fuerza retardante del movimiento humano.

Afortunadamente, las condiciones existentes no pueden continuar indefinidamente, ya que un nuevo elemento está comenzando a manifestarse. Un cambio a algo mejor es eminente, y ahora me dedicaré a mostrar lo que, de acuerdo a mis ideas, será el primer avance hacia el establecimiento de relaciones pacíficas entre naciones, y por qué medios será eventualmente alcanzada.

Regresemos al comienzo temprano, cuando la ley del más fuerta era la única ley. La luz de la razón no se había desarrollado, y el débil estaba a la entera merced del fuerte. El individuo débil comenzó a aprender como defenderse. Hizo uso de un palo, una roca, una lanza, una resortera, o arco y flecha, y con el transcurso del tiempo, en lugar de fuerza física, la inteligencia se convirtió en el factor decisivo en la batalla. El carácter salvaje fué graduelmente suavizado por el despertar de nobles sentimientos, y así, imperceptiblemente, después de eras de contínuo progreso, hemos venido de la lucha brutal del animal irracional a lo que llamamos "guerra civilizada" de hoy en día, en la cual los combatientes se dan la mano, hablan de forma amigable, y fuman puros en los entreactos, listos para engancharse nuevamente en el conflicto mortal a una señal. Que los pesimistas digan lo que quieran, aquí hay una bsoluta evidencia de gran y gratificante avance.

Pero ahora, ¿cuál es la siguiente fase en esta evolución? No la paz, todavía, por ningun motivo. El siguiente cambio el cual debería seguir de manera natural a partir de los desarrollos modernos debería ser la continua disminución del número de individuos enganchados en la batalla. Los aparatos serán unos de un gran poder específico, pero solo unos pocos individuos serán necesarios para operarlos. Esta evolución traerá más y más prominencia a la máquina o mecanismos con unos cuantos individuos como elementos de guerra, y la absolutamente inevitable consecuencia de esto será el abandono de grandes, aparatosas, lentas, e inadministrables unidades. La más alta posible velocidad y el máximo índice de energía liberada por los aparatos de guerra serán el principal objetivo. La pérdida de vidas será cada vez menor, y finalmente, el número de individuos continuamente disminuyendo, solo máquinas se enfrentarán en un concurso sin derramamiento de sangre, las naciones siendo simplemente espectadores ambiciosos e interesados. Cuando esta feliz condición se lleve a cabo, la paz será asegurada. Pero, no importa a qué grado de perfección se lleven a cabo las ametralladoras, los cañones de alto poder, los proyectiles explosivos, los botes torpedo, u otros implementos de guerra, no importa qué tan destructivos se puedan hacer, esa condición nunca puede ser alcanzada através de ese desarrollo. Todos estos implementos requieren hombres para su operación; los hombres son parte indispensable de la maquinaria. Su objetivo es destruir y matar. Su poder reside en su capacidad de hacer daño. Así que mientras el hombre se enfrente en la batalla, habrá derramamiento de sangre. La sangre siempre mantendrá una pasión bárbara. Para romper este espíritu feroz, un distanciamiento radical debe ser hecho, un principio enteramente nuevo debe ser introducido, algo que nunca existió antes en la guerra -un principio que forzosamente, inevitablemente, tornará la batalla en un mero espectáculo, un juego, un concurso sin pérdida de sangre. Para traer este resultado el hombre debe aceptar que: la máquina debe combatir a la máquina. Pero ¿cómo lograr lo que parece imposible? La respuesta es bastante simple: producir una máquina capaz de actuar como si fuera un ser humano -no solamente un artefacto mecánico, con palancas, tornillos, engranes, embragues, y nada más, sino una máquina conteniendo un principio más elevado, el cual la habilitará a desarrollar sus tareas como si tuviera inteligencia, experiencia, juicio, una mente!. Esta conclusión es el resultado de mis pensamientos y observaciones las cuales se han extendido virtualmente a través de toda mi vida, y ahora describiré brevemente como pude lograr aquello que al principio parecia un sueño irrealizable.

Hace mucho tiempo, cuando era apenas un muchacho, fuí afligido por un singular problema, el cual parecía deberse a una extraordinaria exitabilidad de la retina. Era la aparición de imágenes las cuales, por su persistencia, desfiguraban la visión de los objetos reales e interfería con mis pensamientos. Cuando una palabra me era dicha, la imagen del objeto al cual designaba aparecía vívidamente ante mis ojos, y muchas veces era imposible para mí el decir si era real el objeto que veía, o no. Esto me causaba gran confusión y ansiedad, y traté con fuerza de liberarme a mi mismo de las palabras. Pero por mucho tiempo lo intenté en vano, y no fué, como lo recuerdo claramente, sino hasta que tuve doce años que logré por primera vez, por esfuerzo de la voluntad, desvanecer una imagen que se presentaba por sí misma. Mi felicidad nunca será tan completa como lo fué entonces, pero, desafortunadamente (como pensé en ese tiempo), el viejo problema regresó, y con él mi ansiedad. Fué aquí cuando comenzaron las observaciones a las que me refiero. Noté, principalmente, que siempre que una imagen de un objeto aparecía ante mis ojos había yo visto algo que me lo recordaba. Las primeras veces pensé que esto era puramente accidental, pero pronto me convencí de que no era así. Una impresión visual, recibida conciente o inconcientemente, invariablemente precedía a la aparición de la imagen. Gradualmente el deseo creció en mí de encontrar, cada vez, qué era lo que causaba que las imágenes aparecieran, y la satisfacción de este deseo pronto se convirtió en una necesidad. La siguiente observación que hice fué que, así como estas imágenes seguían como resultado de algo que había yo visto, así los pensamientos que concebía eran sugeridos de manera similar. De nuevo, experimenté el mismo deseo de localizar la imagen que causaba al pensamiento, y esta búsqueda de la impresión visual original pronto creció hasta convertirse en un hábito. Mi mente se hizo automática, como sea, y en el curso de años de contínuo, casi inconciente desempeño, adquirí la habilidad de localizar cada vez y, por regla general, instantáneamente la impresión visual que había comenzado al pensamiento. Pero esto no es todo. No pasó mucho antes de que me diera cuenta que también todos mis movimientos eran impulsados en la misma manera, y así, buscando, observando, y verificando contínuamente, año tras año, hube demostrado, con cada pensamiento y acto míos, y haciéndolo diariamente, para mi absoluta satisfacción, que soy un autómata envestido con el poder del movimiento, el cual solamente responde a estímulos externos que llegan hasta mis órganos sensoriales externos, y piensa y actúa y se mueve de acuerdo a ello. Solo recuerdo una o dos ocasiones en toda mi vida en las cuales fuí incapaz de localizar la primera impresión que desencadenó un movimiento o un pensamiento, o incluso un sueño.


Figura 2. La primera teleautomatización práctica.

Una máquina teniendo todos los movimientos corporales o translaccionales y las operaciones del mecanismo interior controladas a distancia sin alambres. El bote sin tripulación mostrado en la fotografía contiene su propia fuerza motriz, maquinaria propelente y direccional, y otros numerosos accesorios, todos los cuales son controlados por transmisión a distancia, sin alambres, oscilaciones eléctricas a un circuito llevado por el bote y ajustado para responder únicamente a estas oscilaciones.

Con estas experiencias era natural que, hace mucho, concibiera yo la idea de construir un autómata el cual pudiera mecánicamente representarme, y el cual pudiera responder, tal y como lo hago yo mismo, pero, por supuesto, en una mucho más primitiva manera, a las influencias externas. Tal autómata evidentemente tendría que tener fuerza motriz, órganos de locomoción, órganos directivos, y uno o más órganos sensitivos adaptados de tal forma que fueran exitados por estímulos externos. Esta máquina desarrollaría, razoné, sus movimientos en la forma de un ser vivo, ya que tendría todas las principales características mecánicas o elementos del mismo. Estaría todavía pendiente la capacidad de crecimiento, propagación, y, sobre todo, la mente para declarar al modelo completo. Pero el crecimiento no era necesario en este caso, ya que la máquina podría ser manufacturada totalmente crecida, por así decirlo. En cuanto a la capacidad de propagación, podría de la misma forma ser dejada fuera de toda consideración, ya que en un modelo mecánico eso significa solamente un proceso de manufactura. Séase que la automatización sea de carne y hueso, o de madera y acero, eso importaba poco, siempre que pudiera realizar todas las actividades requeridas de él tal y como de un ser inteligente. Para hacerlo, tendría que tener un elemento correspondiente a la mente, el cual efectuaría el control de todos sus movimientos y operaciones, y causaría que actuara, en cualquier caso imprevisto que se le pudiera presentar, con conocimento, razón, juicio, y experiencia. Pero este elemento yo lo podría incorporar al conducirle mi propia inteligencia, mi propio entendimiento. Así que este invento era evolucionado, y así cobró vida un nuevo arte, para el cual el nombre de "teleautomatica" ha sido sugerido el cual significa el arte de controlar los movimientos y operaciones de autómatas distantes. Este principio era evidentemente aplicable a cualquier clase de máquina que se moviera en la tierra o en el agua o en el aire. Al aplicarla prácticamente por primera vez, seleccioné un bote (ver figura 2). Un acumulador puesto en su interior proporcionaba la fuerza motriz. La propela, movida por un motor, representaba los órganos locomotores. El timón, controlado por otro motor alimentado de la misma forma por la batería, tomó el lugar de los órganos direccionales. En cuanto a los órganos sensitivos, obviamente el primer pensamiento fué el de utilizar un dispositivo que respondiera a los rayos de luz, como una celda de selenio, para representar el ojo humano. Pero en una investigación más de cerca encontré que, debido a experimentos y otras dificultades, no pude efectuar un control total satisfactorio del autómata por medio de rayos de luz, calor radiante, radiaciones Hertzianas, o por rayos en general, es decir, disturbios que viajaran en líneas rectas a través del espacio. Una de las razones era que cualquier obstáculo que se pusiera entre el operador y el autómata distante lo pondría fuera de su control. Otra razón fué que el dispositivo sensible representando al ojo tendría que estar en una posición definida con respecto al aparato controlador distante, y esta necesidad impondría grandes limitaciones en el control. Además otra y muy importante razón fué que, al usar rayos, sería difícil, si no es que imposible, dar al autómata características o particularidades individuales que lo diferenciaran de otras máquinas de su tipo. Evidentemente el autómata debería responder únicamente a una llamada individual, tal y como una persona responde a un nombre. Tales consideraciones me condujeron a concluir que el dispositivo sensor de la máquina debería corresponder al oído en lugar de al ojo de un ser humano, ya que en este caso sus acciones podrían ser controladas irrespecto de obstáculos interventores, sin menoscabo de su posición relativa al aparato controlador distante, y, por último pero no al último, permanecería sordo e irrespondiente, como un sirviente fiel, a todas las llamadas excepto a las de su amo. Estos requerimientos hicieron imperativo usar, en el control del autómata, en lugar de luz u otros rayos, ondas o disturbios los cuales se propagaran en todas direcciones a través del espacio, como el sonido, o los cuales siguieran rutas de la menor resistencia, aún sin embargo curvas. Alcancé el resultado deseado por medio de un circuito eléctrico colocado dentro del bote, y ajustado, o "sintonizado", exactamente a las vibraciones eléctricas de la clase apropiada transmitidas a él desde un distante "oscilador eléctrico". Este circuito, al responder, aunque débilmente, a las vibraciones transmitidas, afectaba magnetos y otros artefactos, por medio de los cuales se controlaban los movimients de la propela y el timón, y también las operaciones de otros numerosos dispositivos.

Por los simples medios descritos, el conocimiento, la experiencia, el juicio -la mente, por así decirlo- del operador distante estaban incorporados en esa máquina, la cual fué así capaz de moverse y desarrollar todas sus operaciones con razón e inteligencia. Se comportó justamente como una persona ciega obedeciendo instrucciones a través del oido.

Los autómatas construídos hasta entonces tenían "mentes prestadas", por así decirlo, ya que cada uno formaba sólo parte del operador distante quien le hacía llegar sus órdenes inteligentes; pero este arte es sólo en el principio. Me propongo mostrar que, aún cuando pudiera parecer ahora imposible, un autómata podría ser improvisado que tuviera su "propia mente", y con esto quiero decir que será capaz de, independiente de cualquier operador, dejado enteramente consigo mismo, desarrollar, en respuesta a influencias externas afectando sus órganos sensitivos, una gran variedad de actos y operaciones como si tuviera inteligencia. Será capaz de seguir un curso establecido u obedecer órdenes dadas con mucha anticipación; será capaz de distinguir entre lo que tiene o lo que no tiene que hacer, y de hacer experiencias o, dicho de otra manera, de registrar impresiones las cuales definitivamente afectarán sus acciones subsecuentes. De hecho, yo ya he concebido tal plan.

Aún cuando desarrollé este invento hace muchos años y lo expliqué a mis visitantes muy frequentemente en las demostraciones en mi laboratorio, no fué sino hasta mucho después, mucho después de haberlo perfeccionado, que llegó a ser conocido, cuando, naturalmente, dió lugar a mucha discusión y a reportes sensasionales. Pero el significado verdadero de este nuevo arte no fué captado por la mayoría, ni tampoco lo fué la gran fuerza del principio reconocido subyacente. En tanto pude juzgar de los numerosos comentarios que aparecieron, los resultados que obtuve fueron considerados como imposibles. Aún los pocos que estuvieron dispuestos a admitir la practicabilidad de la invención vieron en él tan solo a un torpedo automóvil, el cual podía usarse para volar barcos de guerra, con éxito dudoso. La impresión general fué de que yo contemplaba simplemente el direccionamiento de tal nave por medio de rayos Hertzianos u otros. Hay torpedos direccionados eléctricamente por medio de alambres, y hay los medios de comunicarse sin alambres, y lo anterior era, por supuesto una obvia inferencia. De haber hecho nada más que eso, debí haber hecho realmente un avance pequeño. Pero el arte que concebí no contemplaba solamente el cambio de dirección de un bote en movimiento; incluia los medios para controlar absolutamente, en todo sentido, todos los innumerables movimientos de translación, al igual que las operaciones de todos los órganos internos, sin importar cuantos fueran, de un individuo autómata. Críticas al efecto de que el control del autómata podría ser interferido fueron hechas por gente quienes ni siquiera sueñan con los maravillosos resultados que pueden obtenerse al usar vibraciones eléctricas. El mundo se mueve lentamente, y las verdades nuevas son difíciles de ver. Ciertamente, por el uso de este principio, un brazo para el ataque al igual que uno para la defensa pueden ser proveídos, de una destructividad tanto más grande por cuanto el principio es aplicable a naves aéreas y submarinas. Virtualmente no hay restricción para la cantidad de explosivos que puede transportar, o en la distancia a la cual puede atacar, y fallar es casi imposible. Pero la fuerza de este nuevo principio no reside enteramente en su destructividad. Su advenimiento introduce en el arte de la guerra un elemento que nunca antes existió -una máquina guerrera sin hombres como medio de ataque o defensa. En contínuo desarrollo en esta dirección debe últimadamente hacer la guerra una mera competencia de máquinas sin hombres y sin pérdida de vidas -una condición la cual sería imposible sin esta nueva dirección, y la cual, en mi opinión, debe ser alcanzada como preliminar hacia la paz permanente. El futuro comprobará o desaprobará estos puntos de vista. Mis ideas en este asunto han sido planteadas con profunda convicción, pero con espiritu humilde.

El establecimiento de relaciones de paz permanentes entre las naciones reduciría efectivamente la fuerza retardante de la masa humana, y sería la mejor solución a este gran problema humano. Pero ¿será alguna vez realizado el sueño de paz universal? Esperemos que sí lo será. Cuando toda oscuridad sea disipada por la luz de la ciencia, cuando todas las naciones emerjan en una sola, y el patriotismo sea idéntico a la religión, y cuando haya solo un lenguaje, un solo país, un solo fin, entonces el sueño se habrá convertido en realidad.

EL TERCER PROBLEMA: COMO INCREMENTAR LA FUERZA ACELERADORA DE LA MASA HUMANA -APROVECHANDO LA ENERGIA DEL SOL.

De las tres posibles soluciones del principal problema de incrementar la energía humana, este es con mucho el más importante a considerar, no solo por su significancia intrínseca, sino por sus íntimas relaciones con todos los elementos y condiciones que determinan el movimiento de la humanidad. De modo de proceder sistemáticamente, sería necesario para mi detallar todas esas consideraciones que me han guiado desde el principio de mis esfuerzos a arribar a una solución, y que me han conducido, paso a paso, a los resultados que ahora describiré. Como un estudio preliminar del problema, una investigación analítica, como la que he hecho, de las fuerzas principales que determinan el movimiento de avance, sería ventajoso, particularmente para explicar una idea de la hipotética "velocidad" la cual, como lo expliqué al principio, es una medida de la energía humana; pero para tratar con ella específicamente aquí, como lo desearía, me conduciría mucho más alla del alcance del presente asunto. Suficiente sea expresar que la resultante de todas estas fuerzas es siempre en dirección de la razón, la cual por lo tanto, determina, a cualquier hora, la dirección del movimiento humano. Esto es por decir que cualquier esfuerzo que sea científicamente aplicado, racional, útil, o práctico, debe ser en la dirección en que la masa se esté moviendo. El hombre práctico, racional, el observador, el hombre de negocios, aquel que razona, calcula, o determina con anticipación, cuidadosamente aplica su esfuerzo de modo que cuando surta efecto lo será en la dirección del movimiento, haciéndolo así más eficiente, y en este conocimiento y habilidad descansa el secreto de su éxito. Cada hecho nuevo descubierto, cada nueva expereincia o nuevo elemento agregado a nuestro conocimiento y que entre en el dominio de la razón, afecta lo mismo y, por lo tanto, cambia la dirección del movimiento, el cual, de cualquier modo, debe siempre tomar lugar a lo largo de la resultante de todos esos esfuerzos que, en ese entonces, designemos como razonables, es decir, autopreservados, útiles, redituables, o practicos. Estos esfuerzos conciernen a nuestra vida diaria, nuestras necesidades y comforts, nuestro trabajo y negocios, y son estos lo que empujan al hombre hacia delante.

Pero al contemplar a todo este mundo atareado a nuestro alrededor, en toda esta compleja masa que diariamente late y se mueve, ¿que es sino un inmenso reloj movido por un resorte? En la mañana, cuando nos levantamos, no podemos dejar de notar que todos los objetos a nuestro alrededor son manufacturados por máquinas: el agua que usamos es levantada por medio de motores de vapor; los trenes traen nuestro desayuno de localidades distantes; los elevadores en nuestros apartamentos y nuestros edificios de oficinas, los carros que nos llevan alli, todos son movidos por fuerza; en todos nuestros diarios ires y venires, y en nuestra búsqueda de vida, dependemos de ella; todos los objetos que vemos nos hablan de ella; y cuando volvemos en la noche a nuestro apartamento hecho por máquinas, no debemos olvidarlo, todos los comforts materiales de nuestro hogar, nuestra amada estufa y lámpara, nos recuerdan cuanto dependemos de la fuerza. Y cuando hay un alto accidental de la maquinaria, cuando la ciudad está llena de nieve, o la vida que sostiene el movimiento de alguna forma es temporalmente detenida, nos dá miedo darnos cuenta lo imposible que sería para nosotros vivir la vida que vivimos sin la fuerza motriz. Fuerza motriz significa trabajo. Incrementar la fuerza que acelera el movimiento humano significa, por lo tanto, desarrollar más trabajo.

Así encontramos que las tres posibles soluciones al gran problema de incrementar la energía humana son respondidas por las tres palabras: comida, paz, trabajo. Muchas veces al año he pensado y ponderado, me he perdido en especulación y teorias, considerando al hombre como una masa movida por una fuerza, viendo su inexplicable movimiento a la luz de uno mecánico, y aplicando los principios simples de la mecánica al análisis del mismo hasta que llegué a estas soluciones, únicamente para darme cuenta de que me fueron enseñadas en mi temprana niñez. Estas tres palabras suenan como notas clave de la religión Cristiana. Su sentido científico y propósito ahora me es claro: comida para incrementar la masa, paz para disminuir la fuerza retardante, y trabajo para incrementar la fuerza acelerante del movimiento humano. Estas son las únicas tres soluciones que son posibles de ese gran problema, y todas ellas tienen un mismo objetivo, un solo fin, principalmente, incrementar la energía humana. Cuando nos damos cuenta de esto, no podemos evitar asombrarnos qué tan profundamente sabias y científicas son y qué tan inmensamente práctica es la religión Cristiana, y con qué marcado contraste se antepone a otras religiones. Es inequívoco el resultado del experimento práctico y la observación científica que se ha extendido a través de las eras, mientras que otras religiones parecen ser el resultado de meros razonamientos abstractos. Trabajo, incansable esfuerzo, útil y acumulativo, con períodos de descanso y recuperación para obtener una más alta eficiencia, es un mandamiento principal y siempre recurrente. De tal forma que estamos inspirados por la Cristianidad y por la Ciencia para hacer lo mejor por incrementar el desempeño de la humanidad. Este tan importante problema humano lo voy ahora a considerar específicamente.

LA FUENTE DE LA ENERGIA HUMANA - LAS TRES FORMAS DE EXTRAER ENERGIA DEL SOL

Primero preguntémonos: ¿De donde viene toda la fuerza motriz? ¿Cuál es el resorte que todo lo jala? Vemos el océano levantarse y caer, los ríos fluir, el viento, la lluvia, el granizo, y la nieve golpear nuestras ventanas, los trenes y máquinas de vapor ir y venir; escuchamos los traqueteos de los carruajes, las voces de la calle; sentimos, olemos, y gustamos; y pensamos en todo esto. Y todo este movimiento, desde el surgimiento del formidable océano hasta el sutil movimiento que concierne a nuestros pensamientos, tiene sino una sola causa. Toda esta energía emana de un único centro, una sola fuente -el sol. El sol es el resorte que todo lo jala. El sol mantiene toda la vida humana y provee toda la energía humana. Otra respuesta que ahora hemos encontrado a la anterior gran pregunta: incrementar la fuerza acelerante del movimiento humano significa convertir más energía del sol para usos del hombre. Honramos y reverenciamos aquellos grandes hombres de tiempos pasados cuyos nombres están relaciones con realizaciones inmortales, quienes se han probado a sí mismos benefactores de la humanidad -el reformador religioso con sus máximas sabias de la vida, el filósofo con sus profundas verdades, el matemático con sus fórmulas, el físico con sus leyes, el descubridor con sus principios y secretos arrancados a la naturaleza, el artista con sus formas de lo bello; pero ¿quién honra al más grande de todos?, ¿quién puede decir su nombre?, ¿quién primero usó la energía del sol para ahorrarle el esfuerzo a la criatura débil? Ese fué el primer acto del hombre de filantropía científica, y sus consecuencias han sido incalculables.

Desde el mero principio tres modos de extraer la energía del sol han estado abiertos al hombre. El salvaje, cuando entibiaba sus labios congelados al fuego de una hoguera de alguna forma, se sirvió de la energía del sol almacenada en el material que se quemaba. Cuando llevaba un montón de ramas a su cueva y las quemaba ahí, hacia uso de la energía del sol guardada y transportada de un lugar a otro. Cuando le puso velas a su canoa, utilizo la energía del sol aplicada a la atmósfera o al medio ambiente. No puede haber duda de que el primero es el método más antiguo. Un fuego, encontrado accidentalmente, enseñó al salvaje a apreciar su calor beneficioso. Entonces muy probablemente concibió la idea de llevar los miembros brillantes a su cubil. Finalmente aprendio a usar la fuerza de una corriente de aire o agua. Es característica del desarrollo moderno que el progreso ha sido efectuado en el mismo orden. La utilización de la energía almacenada en la madera o el carbón, o, generalmente hablando, combustible, condujo al motor de vapor. Enseguida un gran salto en avance fué hecho en el transporte de energía al utilizar la electricidad, que permitió la transferencia de energía de una localidad a otra sin el transporte de material. Pero en lo que toca a la utilización de la energía del medio ambiente, no se ha dado a conocer ningón paso radical de avance.

Los últimos resultados de desarrollo en estas tres direcciones son: primero, el quemado de carbón por un proceso frío en una batería; segundo, la utilización eficiente de la energía del medio ambiente; y, tercero la transmisión sin alambres de la energía eléctrica a cualquier distancia. De cualquier forma que se llegue a estos resultados, su aplicación practica necesariamente involucrará un extenso uso del hierro, y este valioso metal será sin duda un elemento esencial en el futuro desarrollo a lo largo de estas tres líneas. Si tenemos éxito en quemar carbón por un proceso frío y así obtener energía eléctrica de una forma eficiente y barata, entonces requeriremos en muchos usos prácticos de esta energía eléctrica, motores -esto es, hierro. Si tenemos éxito en derivar energía del medio ambiente, necesitaremos, tanto en la obtención como en la utilización de la energía, maquinaria -otra vez, hierro. Si imaginamos la transmisión de energía sin alambres a escala industrial, nos obligaremos a usar generadores de electricidad extensivamente -una vez más, hierro. Cualquier cosa que podamos hacer, el hierro será probablemente el medio principal de alcanzarlo en el futuro cercano, posiblemente más que en el pasado. ¿Cuánto durara su reino? es difícil de decir, ya que aún ahora el aluminio está emergiendo como un competidor amenazante. Pero por el momento, después de proveer nuevas fuentes de energía, es de la mayor importancia el hacer mejoras en la manufactura y utilización del hierro. Grandes avances son posibles en estas últimas direcciones, las cuales, de realizarse, incrementarían enormemente el desarrollo útil de la humanidad.

GRANDES POSIBILIDADES OFRECIDAS POR EL HIERRO PARA INCREMENTAR EL DESEMPEÑO HUMANO - ENORME DESPERDICIO EN LA MANUFACTURA DEL HIERRO.

El hierro es con mucho el factor más importante en el progreso moderno. Contribuye más que cualquier otro producto industrial a la fuerza acelerante del movimiento humano. Tan generalizado es el uso de este metal, y tan íntimamente está conectado con todo lo que concierne a nuestra vida, que se ha hecho tan indispensable para nosotros como el mismo aire que respiramos. Su nombre es sinónimo de útil. Pero, sin importar que tan grande sea la influencia del hierro en el desarrollo humano presente, no se agrega a la fuerza que urge al hombre hacia delante tanto como pudiera. Primero que todo, su manufactura como se lleva a cabo hoy en día está conectada con un sorprendente desperdicio de combustible, es decir, desperdicio de energía. Entonces, de nuevo, únicamente una parte del hierro producido es aplicado a propósitos útiles. Una buena parte de él va a crear resistencia friccional, mientras que otra gran parte es el medio de desarrollar fuerzas negativas que retardan el movimiento humano grandemente. Así, la fuerza negativa de la guerra es casi totalmente representada en el hierro. Es imposible estimar con algún grado de certeza la magnitud de esta más grande fuerza retardante de todas, pero es ciertamente muy considerable. Si la fuerza pujante positiva presente debida a todas las aplicaciones útiles del hierro fuera representada por diez, por ejemplo, no pienso que sería exageración el estimar la fuerza negativa de la guerra, con debida consideración de todas sus influencias negativas y resultados, en, digamos, seis. Sobre la base de este estimado las fuerzas impelentes efectivas del hierro en la dirección positiva serían medidas por la diferencia de estos dos números, la cual es cuatro. Pero si, a través del establecimiento de la paz universal, cesara la manufactura de la maquinaria de guerra, y toda la lucha por la supremacía entre las naciones se transformara en saludable, siempre activa y productiva competencia comercial, entonces la fuerza impelente positiva debida al hierro sería medida por la suma de esos dos números, lo cual sería dieciseis -eso es, esta fuerza tendría cuatro veces su valor presente. Este ejemplo es, por supuesto, únicamente con la intención de dar una idea del inmenso aumento en el desempeño útil de la humanidad que resultaría de una reforma radical de las industrias del hierro suministrando los implementos de la guerra.

Una ventaja similar inestimable en el ahorro de energía disponible al hombre sería asegurada al obviar el gran desperdicio de carbón el cual está inseparablemente conectado con los métodos presentes de la manufactura del hierro. En algunos paises, tales como la Gran Bretaña, los efectos dolorosos de este desperdicio de combustible están comenzando a ser sentidos. El precio del carbón está constantemente aumentando, y a los pobres se les hace sufrir más y más. Aún cuando estamos lejos de la anticipada "extinción de los campos de carbón", la filantropía nos ordena inventar métodos novedosos de manufactura del hierro, que no involucre tan bárbaro desperdicio de este material valioso del cual deriva en el presente la mayor parte de nuestra energía. Es nuestro deber hacia las generaciones venideras el dejar esta reserva de energía intacta para ellos, o al menos no tocarla hasta que hayamos perfeccionado los procesos de combustión del carbón más eficientemente. Esos que vienen después que nosotros necesitarán la energía más que nosotros. Deberíamos ser capaces de manufacturar el hierro que requerimos usando la energía del sol, sin gastar nada de carbón. Como un esfuerzo hacia este fin la idea de fundir el hierro por corrientes eléctricas obtenidas de la energía de las cascadas de agua se ha sugerido a si misma a muchos. Yo mismo he pasado mucho tiempo buscando evolucionar tal proceso practico, que permita al hierro ser manufacturado a bajo costo. Despues de una prolongada investigación del asunto, encontrando que era incosteable usar corrientes generadas directamente para derretir el hierro, desarrollé un método el cual es con mucho más economico.

PRODUCCION ECONOMICA DE HIERRO POR UN NUEVO PROCESO

El proyecto industrial, tal y como lo desarrollé hace seis años, contemplaba la utilización de correntes eléctricas derivadas de la energía de una cascada de agua, no directamente para fundir el hierro, sino para descomponer el agua para un paso preliminar. Para disminuir el costo de la planta, propuse generar las correntes en excepcionalmente baratos y simples dinamos, que diseñé para este proposito específico. El hidrógeno liberado en la descomposición electrolítica era quemado y recombinado con oxígeno, no con ese del que se separó, sino con el de la atmósfera. Así casi toda la energía eléctrica usada en la descomposición del agua sería recuperada en la forma de calor resultando de la recombinación del hidrógeno. Este calor sería aplicado a la fundición del hierro. El oxígeno ganado como un subproducto de la descompocisión del agua intenté usarlo para otros ciertos propósitos industriales, que probablemente daría buenos dividendos financieros, en tanto que esta es la manera más barata de obtener este gas en grandes cantidades. En cualquier caso, podría ser utilizado para quemar toda clase de desperdicios, hydrocarburos baratos, o carbón de la más inferior calidad que no podría quemarse en aire o ser de otra manera utilizado con ventaja, y así nuevamente una considerable cantidad de calor sería hecha disponible para la fundición del hierro. Para incrementar la economía del proceso contemplé, más aún, usar un arreglo tal que el metal caliente y los productos de la combustión, que salieran del horno, dieran su calor a la ferrita fría que estuviera ingresando al horno, para que comparativamente poca de la energía calorífica fuera perdida en la fundición. Calculé que probablemente cuarenta mil libras de hierro prodrían ser producidas por caballo de potencia por año por este método. Márgenes liberales fueron hechos para aquellas pérdidas las cuales son inevitables, la cantidad anterior siendo cerca de la mitad de la teóricamente obtenible. Dependiendo de este estimado y de datos prácticos con referencia a una cierta clase de arena de hierro existente en abundancia en la región de los Grandes Lagos, incluyendo el costo de transporte y mano de obra, encontré que en algunas localidades el hierro puede ser manufacturado en esta manera más barato que por cualquiera de los métodos adoptados. Este resultado sería obtenido todavía más seguramente si el oxígeno obtenido del agua, en lugar de ser usado para la fundición del mineral de hierro, como se asume, fuera más redituablemente empleado. Cualquier demanda nueva para este gas aseguraría un ingreso de la planta, abaratando así el hierro. Este proyecto fué planteado meramente en interes de la industria. Algun día, espero, una hermosa mariposa industrial saldrá de la polvorientas y marchitas crisálidas.

La producción del hierro a partir de la arena de mineral de hierro por un proceso de separación magnética es altamente recomendable en principio, ya que no involucra gasto de carbón; pero la utilidad de este método se reduce grandemente por la necesidad de fundir el hierro posteriormente. En cuanto al aplastamiento del mineral de hierro, lo consideraría racional únicamente si se hiciera por fuerza electrohidraulica, o por energía obtenida de otra forma sin el consumo de combustible. Un procesos electrolítico frío, que hiciera posible extraer hierro baratamente, y moldearlo en las formas requeridas sin el consumo de combustible, sería, en mi opinión, un gran avance en la manufacura del hierro. En común con algunos otros metales, el hierro hasta ahora a resistido el tratamiento electrolítico, pero no puede haber duda de que tal proceso frío reemplazará últimamente en metalurgia el presente crudo método del vaciado, y así obviando el enorme desperdicio de combustible que se ocupa en el calentamiento repetido del metal en las fundidoras.

Hasta hace unas pocas decadas la utilidad del hierro estaba basada casi totalmente en sus propiedades mecánicas sobresalientes, pero desde el advenimiento de la dinamo comercial y el motor eléctrico su valor para la humanidad ha incrementado grandemente por sus cualidades magnéticas unicas. En cuanto a esto último, el hierro ha sido grandemente mejorado últimamente. La señal de progreso comenzó hace como trece años, cuando descubrí que usar acero blando Bessemer en lugar de hierro dulce, como se acostumbraba, en los motores de corriente alterna, el desempeño de la máquina se duplicaba. Presenté este hecho a la atención del Sr. Albert Schmid, a cuyos incansables esfuerzos y habilidad se debe grandemente la supremacía de la maquinaria eléctrica americana, y quien era entonces superintendente de una corporación industrial ocupada en este campo. Siguiendo mi sugerencia, construyo transformadores de acero, y mostraron el mismo sobresaliente mejoramiento. La investigación fué entonces sistematicamente continuada bajo la guia del Sr. Schmid, las impurezas siendo gradualmente eliminadas del "acero" (el cual era tal solo en nombre, ya que en realidad era solo puro hierro dulce), y pronto resultó un producto que admitió pocas mejoras adicionales.

LA LLEGADA DE LA ERA DEL ALUMINIO - RUINA DE LA INDUSTRIA DEL COBRE - LA GRAN POTENCIA CIVILIZADORA DEL NUEVO METAL.

Con los avances hechos en el hierro en los últimos años hemos arribado virtualmente a los límites de la mejora. No podemos esperar incrementar muy materialmente su fuerza tensil, su elasticidad, su dureza, o su maleabilidad, tampoco podemos esperar hacerlo mucho mejor con respecto a sus características magnéticas. Más recientemente un adelanto notable fué asegurado al mezclar un pequeño porcentaje de niquel con hierro, pero no hay mucho campo para más adelantos en esta dirección. Se pueden esperar nuevos descubrimientos, pero no pueden agregarse grandemente a las propiedades valiosas del metal, aún cuando pudieran reducir considerablemente el costo de manufactura. El futuro inmediato del hierro está asegurado por su bajo costo y sus cualidades mecánicas y magnéticas sin rival. Estas son tales que ningun otro metal puede competir con él por ahora. Pero no puede haber duda que, en un tiempo no muy distante, el hierro, en muchos de sus ahora dominios sin rival, tendrá que pasar la estafeta a otro: la era que viene será la del aluminio. Es apenas setenta años desde que se este maravilloso metal fué descubierto por Woehler, y la industria del aluminio, apenas de cuarenta años de edad, manda ya la atención del mundo entero. Tal rápido crecimiento no ha sido registrado en la historia de la civilización anteriormente. No hace mucho el aluminio era vendido a un precio lujoso de cuarenta dolares por libra: hoy se le puede obtener en cualquier cantidad por unos cuantos centavos. Lo que es más, el momento no está lejano cuando este precio, también, será considerado exajerado, ya que hay grandes mejoramientos posibles en el método de su manufactura. La mayor parte del metal es ahora producido en un horno eléctrico por medio de un proceso que combina la fusión y la electrólisis, que ofrece un número de características ventajosas, pero naturalmente involucra una gran cantidad de despedicio de la energía eléctrica de la corriente. Mis estimaciones muestran que el precio del aluminio pudiera ser considerablemente reducido al adptar en su manufactura un método similar a aquel propuesto por mí en la producción del hierro. Una libra de aluminio requiere para su fusión únicamente como setenta por ciento del calor necesitado para la función de una libra de hierro, y dado que su peso es únicamente como un tercio de este último, un volumen de aluminio cuatro veces que el del hierro podría ser obtenido de una cantidad dada de energía termica. Pero un proceso de manufactura de eletrólisis fría es la solución ideal, y en esto he puesto mis esperanzas.

La absolutamente inevitable consecuencia del avance en la industria del aluminio será la aniquilación de la industria del cobre. No pueden existir y prosperar juntas, y la última está arruinada más alla de cualquier esperanza de recuperación. Inclusive ahora es más barato llevar una corriente eléctrica a través de alambres de aluminio que a través de alambres de cobre; los moldes de aluminio cuestan menos, y en muchos usos domesticos y otros el cobre no tiene oportunidad de competir exitosamente. Una adicional reducción en el precio del aluminio no puede ser sino fatal para el cobre. Pero el progreso del anterior no va a pasar desapercibido, ya que, como siempre pasa en tales casos, la industria más grande absorberá a la más pequeña: los gigantescos intereses del cobre controlarán a los pigmeos intereses del aluminio, y el lento paso del cobre reducirá el vivaz trote del aluminio. Esto solo retardará, no evitará la catástrofe inminente.

El aluminio, sin embargo, no se detendrá ante el derrotamiento del cobre. Antes de que pasen muchos años se enfrentará en una lucha con el hierro, y en este último encontrará un adversario no fácil de conquistar. El resultado de la competencia dependerá grandemente en si acaso el hierro será indispensable en la maquinaria eléctrica. Esto solo lo puede decidir el futuro. El magnetismo exhibido por el hierro es un fenómeno aislado en la naturaleza. Qué es lo que hace que este metal se comporte tan radicalmente diferente de todos los otros materiales en este respecto no ha sido todavía aclarado, aún cuando muchas teorias han sido sugeridas. Con respecto al magnetismo, las moléculas de los diferentes cuerpos se comportan como haces huecos parcialmente llenos con un fluído pesado y balanceados en el medio a la manera de un balancín. Evidentemente una influencia disturbante existe en la naturaleza la cual causa que cada molécula, igual que el haz, se incline de una u otra forma. Si las moléculas se inclinan de una forma, el cuerpo es magnético; si están inclinadas de otra forma, el cuerpo es no magnético; pero ambas posiciones son estables, tal y como lo serian en el caso del haz hueco, dejándose arrastrar por la corriente del fluído hacia el extremo más bajo. Ahora, lo maravilloso es que las moléculas de todos los cuerpos conocidos vayan en un sentido, mientras que las del hierro vayan en sentido opuesto. Este metal, pareciera que tiene un origen enteramente diferente al del resto del globo. Es altamente improbable que descubramos algún otro y más barato material que sobrepase al hierro en cualidades magnéticas.

A menos que hagamos un cambio radical en el carácter de las corrientes eléctricas empleadas, el hierro será indispensable. Aún así, las ventajas que ofrece son solo aparentes. En tanto que usemos fuerzas magnéticas débiles es con mucho superior a cualquier otro material; pero si encontramos formas de producir fuerzas magnéticas grandes, entonces mejores resultados serán obtenibles sin el. De hecho, yo ya he producido transformadores eléctricos en los cuales el hierro no es utilizado, y los cuales son capaces de desarrollar diez veces más trabajo por libra de peso que los de hierro. Este resultado se obtiene usando corrientes eléctricas de un muy alto índice de vibración, producida de formas novedosas, en lugar de las corrientes ordinarias ahora empleadas en las industrias. También he tenido éxito en operar motores electricos sin hierro por medio de tales corrientes que vibran rápidamente, pero los resultados, hasta ahora, han sido inferiores a aquellos obtenidos con los motores ordinarios construidos de hierro, aún cuando teóricamente los anteriores deberían ser capaces de desarrollar incomparablemente más trabajo por unidad de peso que los últimos. Pero las aparentemente insuperables dificultades que ahora están en el camino pueden ser superadas al final, y entonces el hierro ser hecho a un lado, y toda la maquinaria eléctrica será manufacturada de aluminio, con toda probabilidad, a precios ridículamente bajos. Esto sería un severo, si no fatal, golpe al hierro. En muchas otras ramas de la industria, tales como la construcción de barcos, o donde sea que se requieran estructuras livianas, el progreso del nuevo metal será mucho más rapido. Para tales usos es eminentemente apropiado, y es seguro en sobreceder al hierro tarde o temprano. Es altamente probable que en el curso del tiempo seremos capaces de darle esas cualidades que hacen al hierro tan valioso.

En tanto que es imposible decir cuándo esta revolución industrial será consumada, no puede haber duda que el futuro pertenece al alumunio, y que en tiempos por venir será el principal medio de incrementar el desempeño humano. Tiene en este sentido capacidades más grandes con mucho que aquellas en cualquier otro metal. Debería estimar su potencia civilizadora a cien veces la del hierro. Este estimado, aún cuando pudiera sorprender, no es del todo exagerado. Primero que todo, debemos recordar que hay treinta veces más aluminio que hierro en bruto, disponible para los usos del hombre. Esto por sí mismo ofrece grandes posibilidades. Entonces, de nuevo, el nuevo metal es mucho más facilmente trabajable, lo cual le agrega valor. En muchas de sus propiedades participa del carácter de un metal precioso, lo que le da valor adicional. Su conductividad eléctrica, que, por un peso dado, es más grande que la de cualquier otro metal, sería por si misma suficiente para hacerlo uno de los más importantes factures en el futuro progreso humano. Su extremada ligereza hace más facil de transportar los objetos manufacturados. Por virtud de esta propiedad revolucionará la construcción naval, y al facilitar los transportes y los viajes se agregará enormemente al desarrollo útil de la humanidad. Pero su más grande propiedad civilizadora será, yo creo, en los viajes aéreos, que de seguro serán posibles por medio de él. Los instrumentos telegráficos lentamente iluminarán a los bárbaros. Los motores eléctricos y las lámparas los harán más rápidamente, pero más rápido que cualquier otra cosa lo harán las máquinas voladoras. Convertir los viajes en algo idealmente fácil será el mejor medio para unificar los elementos heterogéneos de la humanidad. Como el primer paso hacia esta realización deberiamos producir un acumulador más ligero u obtener más energía del carbón.

ESFUERZOS HACIA LA OBTENCION DE MAS ENERGIA DEL CARBON - LA TRANSMISION ELECTRICA - EL MOTOR ELECTRICO - LA BATERIA DE CARBON FRIO

Recuerdo que en alguna ocasión consideré la producción de electricidad quemando carbón en una batería como el logro más grande hacia el avance de la civilización, y me sorprende encontrar cuánto el estudio contínuo de estos temas ha modificado mis puntos de vista. Ahora me parece que quemar carbón, aún cuando sea eficientemente, en una batería sería algo solamente obligado, una fase en la evolución hacia algo mucho más perfecto. Después de todo, al generar electricidad de esta manera, estariamos destruyendo material, y esto sería un proceso bárbaro. Tenemos que ser capaces de obtener la energía que necesitamos sin consumir material. Pero estoy lejos de subestimar el valor de tan eficiente método de quemar combustible. Al momento presente la mayoría de la fuerza motriz viene del carbón, y, ya sea directamente o por sus subproductos, se agrega vastamente a la energía humana. Desafortunadamente, en todos los procesos ahora adoptados, la porción más grande de la energía del carbón se disipa inútilmente. Los mejores motores de vapor utilizan solo una pequeña parte del total de la energía. Aún en motores de gas, en los cuales, particularmente en los últimos, se obtienen mejores resultados, hay aún así un bárbaro desperdicio sucediendo. En nuestros sistemas de iluminación apenas utilizamos una tercera parte de un uno por ciento, y en la iluminación por gas una fracción mucho más pequeña, del total de la energía del carbón. Considerando los varios usos del carbón a través del mundo, ciertamente no utilizamos más del dos por ciento de su energía teóricamente disponible. El hombre que detenga este desperdicio sin sentido será un gran benefactor de la humanidad, aún cuando la solución que ofrezca no sea una permanente, ya que últimadamente conducirá a la extinción del material almacenado. Esfuerzos hacia la obtención de más energía del carbón se hacen ahora principalmente en dos direcciones -generando electricidad y produciendo gas para propósitos de fuerza motriz. En ambas de estas líneas se ha alcanzado ya un notable éxito.

El advenimiento del sistema de corriente alterna para la transmisión de potencia marca una época en la economía de la energía disponible al hombre desde el carbón. Evidentemente toda la energía eléctrica obtenida de una cascada de agua, ahorrando tanto combustible, en una ganancia neta para la humanidad, es todo más efectiva como segura con poco gasto de esfuerzo humano, y como el más perfecto de los métodos conocidos para derivar energía del sol contribuyendo en muchos sentidos al avance de la civilización. Pero la electricidad nos habilita también a obtener del carbón mucho más energía de la que era practicable por los métodos viejos. En lugar de transportar el carbón a lugares distantes de consumo, lo quemamos cerca de la mina, desarrollando electricidad con dinamos, y transmitiendo la electricidad a lugares distantes, así efectuando un considerable ahorro. En lugar de mover la maquinaria en una fabrica de la manera vieja y desperdiciada de bandas y flechas, generamos electricidad por fuerza de vapor y operamos motores eléctricos. De esta manera no es raro obtener dos o tres veces fuerza motriz más efectiva del combustible, ademas de asegurar otras importantes ventajas. Es en este campo tanto como en el de la transmisión de energía a gran distancia que el sistema alterno, con su maquinaria idealmente simple, nos trae una importante revolución industrial. Pero en muchas líneas este progreso no ha sido totalmente sentido. Por ejemplo, máquinas y trenes de vapor todavía son propelidos por la aplicación directa de fuerza de vapor a las flechas o ejes. Un porcentaje mucho más grande de energía térmica del combustible podría ser transformado en energía motriz usando, en lugar de los motores marinos y locomotoras, dinamos movidos por especialmente diseñados motores de vapor de alta presión o de gas y utilizando la electricidad generada para la propulsión. Una ganancia de cincuenta o cien por ciento en la energía efectiva derivada del carbón podría ser asegurada de esta manera. Es una dificultad el entender por qué un hecho tan simple y obvio no está recibiendo más atención de los ingenieros. En los barcos de vapor marítimos tal mejora sería particularmente deseable, ya que haría a un lado el ruido e incrementaría materialmente la velocidad y la capacidad de carga de los fletes.

Todavía más energía se obtiene ahora del carbón por el últimamente mejorado motor de gas, cuya economía es, en promedio, probablemente dos veces la del mejor motor de vapor. La introducción del motor de gas es muy facilitada por la importancia de la industria del gas. Con el creciente uso de la iluminación con electricidad más y más del gas está siendo utilizado para calentamiento y propósitos de fuerza motriz. En muchos casos el gas es manufacturado cerca de la mina de carbón y llevado a lugares distantes de consumo, un ahorro considerable por igual en el costo de transportación y en la utilización de la energía del combustible que se efectúa así. En el presente estado del arte mecánico y eléctrico la forma más racional de derivar energía del carbón es evidentemente para manufacturar gas cerca del almacen de carbón, y utilizarlo, ya sea en el sitio o en cualquier otro lugar, para generar electricidad para usos industriales en dinamos movidos por motores de gas. El éxito comercial de tal planta es grandemente dependiente de la producción de motores de gas de gran potencia nominal en caballos, lo cuales, a juzgar por la gran actividad en este campo están pronto por venir. En vez de consumir el carbón directamente, como de costumbre, el gas debería ser manufacturado de él y quemado para economizar energía.

Pero todas esas mejoras no pueden ser más que fases pasajeras en la evolución hacia algo más perfecto, ya que últimamente debemos tener éxito en obtener electricidad a partir del carbón de una forma más directa, sin involucrar grandes pérdidas de energía térmica. Si acaso el carbón puede ser oxidado por un método frío es todavía una pregunta. Su combinación con el oxígeno siempre involucra calor, y si acaso la energía de la combinación del carbón con otro elemento puede ser convertida directamente en energía eléctrica eso no ha sido todavía determinado. Bajo ciertas condiciones el acido nitrico quemará al carbón, generando una corriente eléctrica, pero la solución no permanece fría. Otros métodos de oxidar al carbón han sido propuestos, pero no han ofrecido la promesa de conducir a un proceso eficiente. Mi propia falta de suerte ha sido total, aunque quizá no tan total como la de algunos quienes han "prefeccionado" la batería de carbón frío. Este problema es esencialmente uno para que lo resuelvan los químicos. No es para los físicos, quienes determinan todos sus resultados anticipadamente, para que, cuando se intente el experimento, no pueda fallar. La química, aún cuando sea una ciencia positiva, no admite todavía la solución por tales positivos métodos como aquellos que están disponibles en el tratamiento de muchos problemas físicos. Al resultado, de ser posible, se llegará a través de intentos patentes en vez de a través de deducción y cálculo. La hora pronto vendrá, como sea, cuando el químico sea capaz de seguir un curso claramente trazado con anticipación, y cuando el proceso de su arribo al resultado deseado sea puramente constructivo. La batería de carbón frío daría un gran ímpetu al desarrollo eléctrico; conduciría muy rápidamente a una máquina voladora práctica, y mejoraría enormemente la introducción del automovil. Pero estos y muchos otros problemas serán resueltos mejormente, y de una manera más científica, por una batería de almacenamiento de luz.

ENERGIA DEL MEDIO - EL MOLINO DE VIENTO Y EL MOTOR SOLAR - FUERZA MOTRIZ DEL CALOR TERRESTRE - ELECTRICIDAD DE FUENTES NATURALES

Además de combustible, hay un material abundante del cual eventualmente podríamos derivar fuerza. Una cantidad inmensa de energía está encerrada en la piedra caliza, por ejemplo, y las máquinas pueden ser movidas al liberar el ácido carbónico a través de ácido sulfúrico u otros. Una vez construí tal motor, y lo operé satisfactoriamente.

Pero, cualquiera que sean nuestros recursos de energía primarios en el futuro, debemos, para ser racionales, obtenerlo sin consumo de ningún material. Hace mucho llegue a está conclusión, y para llegar a este resultado solo dos formas, como indico anteriormente, parecían posibles -ya sea voltear y usar la energía del sol almacenada en el medio ambiente, o transmitir, a través del medio, la energía del sol a lugares distantes desde alguna localidad donde fuera obtenible sin consumo de material. En aquel entonces yo mismo rechacé el último método como enteramente impracticable, y volteé a examinar las posibilidades del primero.

Es difícil creer, pero es, aún sin embargo, un hecho, que desde tiempos inmemoriales el hombre ha tenido a su disposición una bastante buena máquina que lo ha habilitado a utilizar la energía del medio ambiente. Esta máquina es el molino de viento. Contrariamente a la creencia popular, la fuerza obtenida del viento es muy considerable. Muchos inventores engañados han pasado años de sus vidas en busca del "aprovechamiento de las mareas", y algunos han inclusive propuesto comprimir el aire con la marea -o con las olas- para proveer energía, sin nunca entender las señales del viejo molino de viento sobre la colina, como si dolorosamente agitaran sus brazos tratando de pedirles que se detengan. El hecho es que un motor de ola -o marea- tendría, por regla, apenas una pequeña oportunidad de competir comercialmente con el molino de viento, el cual es con mucho una mejor máquina, permitiendo obtener una mayor cantidad de energía de una forma más simple. La fuerza del viento ha sido, en tiempos antiguos, de inestimable valor para el hombre, si acaso para nada más que para permitirle cruzar los mares, y es aún ahora un factor muy importante para viajes y transportes. Pero hay grandes limitaciones en este idealmente simple método de utilizar la energía del sol. Las máquinas son grandes para una cantidad dada de energía, y la fuerza es intermitente, necesitando así el almacenamiento de energía e incrementando el costo de la planta.

Una forma mucho mejor, sin embargo, para obtener fuerza sería aprovecharnos nosotros de los rayos del sol, los cuales golpean la tierra incesantemente y suplen energía a un máximo índice de más de cuatro millones de caballos de fuerza por milla cuadrada. Aún cuando el promedio de energía recibida por milla cuadrada en cualquier localidad durante el año es únicamente una pequeña fracción de esa cantidad, aún así una inextinguible fuente de fuerza sería abierta al descubrir algún método eficiente de utilizar la energía de los rayos. La única forma racional que me es conocida cuando comencé a estudiar este tema era el emplear alguna clase de motor de calor o termodinámico, movido por un fluído volátil evaporado en una caldera por el calor de los rayos. Pero una más cercana investigación de este método, y cálculos, mostraron que, aún sin embargo la aparentemente vasta cantidad de energía recibida de los rayos del sol, únicamente una pequeña fracción de esa energía podría ser en realidad utilizada en esta forma. Mas aún, la energía suplida a través de las radiaciones solares es periódica, y las mismas limitaciones que en el uso del molino de viento fueron encontradas aquí también. Después de un largo estudio de este modo de obtener fuerza motriz del sol, tomando en consideración el necesariamente gran tamaño de la caldera, la baja eficiencia del motor de calor, el costo adicional de guardar la energía y otros inconvenientes, llegué a la conclusión de que el "motor solar", con excepción de algunos casos, no podría ser industrialmente explotado con éxito.

Otro método de obtener fuerza motriz del medio sin consumir ningún material sería utilizar el calor contenido en la tierra, el agua, o el aire para mover un motor. Es un hecho bien conocido que las porciones interiores del globo están muy calientes, con la temperatura aumentando, como muestran las observaciones, con la aproximación al centro a un índice de aproximadamente 1 grado celsius por cada cien pies de profundidad. Las dificultades de hundir barras y ubicar calderas a profundidades de, digamos, doce mil pies, correspondiendo a un incremento en temperatura de aproximadamente 120 grados celsius, no son insuperables, y ciertamente nos aprovecharíamos de esta forma del calor interno del globo. De hecho, no sería necesario ir a cualquier profundidad para derivar energía del calor terrestre almacenado. Las capas superficiales de la tierra y los estratos del aire cercanos a la misma estan a una temperatura suficientemente alta para evaporar algunas substancias extremadamente volátiles, las cules podríamos usar en nuestras calderas en lugar de agua. No hay duda que un navio podría ser propulsado en el océano por un motor movido por tales fluídos volatiles, sin utilizar otra energía sino el calor sustraído al agua. Pero la cantidad de fuerza que pudiera obtenerse en esta forma sería, sin más disposiciones, muy pequeña.

La electricidad producida por causas naturales es otra fuente de energía que podría ser considerada disponible. Las descargas de rayos involucran grandes cantidades de energía eléctrica, que pudiera utilizarse transformándola y guardándola. Hace algunos años hice conocer un método de transformación eléctrica que hacía la primera parte de esta tarea fácil, pero guardar la energía de una descarga de un rayo sería difícil de alcanzar. Es bien sabido, más aún, que las corrientes eléctricas circulan constantemente a través de la tierra, y que existe entre la tierra y el estrato de aire una diferencia de presión eléctrica, que varía en proporción a la altura.

En experimentos recientes he descubierto dos novedosos hechos de importancia en esta conexión. Uno de estos hechos es que una corriente eléctrica es generada en un alambre extendido desde el suelo a una gran altura por el movimiento axial, y probablemente también por el translacional, de la Tierra. Ninguna corriente apreciable, sin embargo, fluirá contínuamentee en el alambre a menos que se permita a la electricidad fugarse al aire. Su escape es grandemente facilitado proveyendo en el elevado extremo del alambre una terminal conductiva de gran superficie, con muchos filos o puntas filosas. Estamos así habilitados a obtener un contínuo suministro de energía eléctrica tan solo deteniendo un alambre a una altura, pero, desafortunadamente, la cantidad de electricidad que puede ser obtenida es pequeña.

El segundo hecho que he comprobado es que los estratos superiores de aire están permanentemente cargados con electricidad opuesta a la de la tierra. Así que, al menos, he interpretado mis observaciones, de las cuales parece que la tierra, con su adyacente capa aislante y su externa capa conductiva, constituye un condensador eléctrico altamente cargado conteniendo, con toda probabilidad, una gran cantidad de energía eléctrica que pudiera ser convertida para usos del hombre, si fuera posible alcanzar con un alambre tan grandes altitudes.

Es posible, y aún probable, que haya, con el tiempo, otros recursos de energía descubiertos, de los cuales no tenemos conocimiento hoy. Podríamos aún encontrar formas de aplicar fuerzas tales como el magnetismo o la gravedad para mover maquinaria sin usar otros medios. Tales realizaciones, aún cuando altamente improbables, no son imposibles. Un ejemplo conducirá mejor una idea de lo que podemos esperar alcanzar y de lo que nunca alcanzaremos. Imaginen un disco de algún material homogeneo torneado perfectamente y colocado para girar en baleros sin fricción en una barra horizontal sobre el suelo. El disco, estando bajo las condiciones anteriores perfectamente balanceado, descansaría en cualquier posición. Ahora, es posible que aprendamos cómo hacer que tal disco gire contínuamente y desarrolle un trabajo por la fuerza de la gravedad sin ningun esfuerzo adicional de nuestra parte; pero es perfectamente imposible que el disco gire y haga algún trabajo sin ninguna fuerza del exterior. Si pudiera hacerse, sería lo que se designa científicamente como un "movil perpetuo", una máquina creando su propia fuerza motriz. Para hcer que el disco gire por fuerza de la gravedad solo tenemos que inventar un filtro contra esta fuerza. Por medio de tal filtro podríamos impedir que esta fuerza actúe en una mitad del disco, y la rotación de este último seguiría. Al menos, no podemos negar tal posibilidad hasta que sepamos exactamente la naturaleza de la fuerza de gravedad. Supón que esta fuerza se debiera a un movimiento comparable al de una corriente de aire que pasara desde arriba hacia el centro de la Tierra. El efecto de tal corriente sobre ambas mitades del disco sería igual, y este último no giraría ordinariamente; pero si una mitad fuera protegida con una placa deteniendo el movimiento, entonces giraría.

UN ALEJAMIENTO DE METODOS CONOCIDOS - POSIBILIDAD DE UN MOTOR O MAQUINA "AUTO ACTUADA", INANIMADA, PERO CAPAZ, COMO UN SER VIVO, DE DERIVAR ENERGIA DEL MEDIO - LA FORMA IDEAL DE OBTENER FUERZA MOTRIZ.

Cuando comencé la investigación del asunto en consideración, y cuando las ideas similares precedentes me fueron presentadas por primera vez, aún cuando yo no estaba enterado del número de hechos mencionados, una encuesta de los diferentes métodos de utilizar la energía del medio me convenció, sin embargo, que para arribar a una completamente satisfactoria y práctica solución un distanciamiento radical de los métodos entonces conocidos tenía que hacerse. El molino de viento, el motor solar, el motor movido por calor terrestre, tenían sus limitaciónes en la cantidad de fuerza obtenible. Algún nuevo método tenía que ser descubierto que nos permitiera tener más energía. Había suficiente energía termica en el medio, pero solo una pequeña parte de ella estaba disponible para la operación de un motor en las formas entonces conocidas. Además, la energía era obtenible solo a una velociad muy baja. Claramente, entonces, el problema era descubrir algún nuevo método que hiciera posible por igual utilizar más de esa energía termica del medio y también extraerla a una velocidad más rapida.

Me estuve dedicando en vano a la idea de cómo esto pudiera ser alcanzado, cuando leí algunas frases de Carnot y Lord Kelvin (entonces Sir William Thomson) que significaban virtualmente que es imposible para un mecanismo inanimado o máquina autoactuante enfriar una porción del medio por debajo de la temperatura de los alrededores, y además operar con el calor extraído. Estas aseveraciones me interesaron intensamente. Evidentemente un ser vivo podía hacer esto precisamente, y dado que las experiencias de mi vida temprana que he relatado me habían convencido que un ser vivo es únicamente un autómata, o, dicho de otra forma, un "motor autoactuante", llegué a la conclusión de que era posible construir una máquina que pudiera hacer lo mismo. Como primer paso hacia esta realización concebí la idea del siguiente mecanismo. Imagina una termópila consistente de un número de barras de metal extendiéndose desde la Tierra hasta el espacio exterior más allá de la atmósfera. El calor de abajo, conducido hacia arriba a lo largo de estas barras de metal, enfriaría la tierra o el mar o el aire, de acuerdo a la ubicación de las partes de abajo de las barras, y el resultado, como es bien sabido, sería una corriente eléctrica circulando por estas barras. Las dos terminales de la termópila podrían ahora juntarse por medio de un motor eléctrico, y, teóricamente, este motor funcionaría por siempre, hasta que el medio de abajo se enfriara a la temperatura del espacio exterior. Este sería un motor inanimado que, ante toda evidencia, estaría enfriando una porción del medio por debajo de la temperatura de los alrededores, y a la vez operando por medio del calor extraído.


Diagrama b. Obteniendo energía del medio ambiente.

Pero ¿acaso no sería posible realizar una condición similar sin necesariamente ir a las alturas? Imagina, por medio de la ilustración, un recipiente cilíndrico T, como se ilustra en el diagrama b, de modo que no se pueda transferir energía a través de él excepto a través del canal o ruta O, y que, por unos medios o por otros, en este recipiente se mantuviera un medio que tuviera poca energía, y que en el lado exterior del mismo hubiera el medio ambiente ordinario con mucha energía. Bajo estas suposiciones la energía fluiría a través de la ruta O, como se indica por la flecha, y podría entonces convertirse al pasar en otra forma de energía. La pregunta era, ¿podría tal condición ser alcanzada? ¿Podríamos producir artificialmente tal "resumidero" para la energía del medio ambiente para que fluya hacia allí? Supón que una temperatura extremadamente baja pudiera ser mantenida por algún proceso en un espacio dado; el medio circundante tendría entonces que ser forzado a dar su calor, el cual podría convertirse entonces en energía mecánica o alguna otra, y ser utilizada. Al imaginar tal plan, deberíamos poder llevar a cualquier punto del globo una fuente contínua de energía, día y noche. Mas que esto, razonando en lo abstracto, parecería posible causar una circulación rápida del medio, y así extraer energía a una velocidad muy rápida.

Aquí, entonces, estaba una idea que, de ser realizable, planteaba una solución feliz al problema de obtener energía del medio. ¿Pero era realizable? Me convencí de que lo era en un número de formas, de las cuales una es la que sigue. En lo concerniente al calor, estamos a un alto nivel, el cual puede estar representado por la superficie de un lago en una montaña considerablemente arriba del nivel del mar, nivel que pudiera marcar el zero absoluto de temperatura existente en el espacio interestelar. El calor, como el agua, fluye desde el nivel alto hacia el bajo, y, consecuentemente, así como podemos dejar correr el agua del lago hacia el mar, así podemos dejar que el calor desde la superficie de la tierra viaje a las regiones frías de arriba. El calor, como el agua, puede desarrollar un trabajo al fluir, y si tuviéramos alguna duda de si pudiéramos derivar energía del medio por medio de una termópila, como se describió antes, sería disipada por esta analogía. ¿Pero podemos producir frío en una porción dada de espacio y causar que el calor fluya contínuamente hacia allá? Para crear tal "resumidero", u "hoyo frío", como podríamos decir, en el medio, sería equivalente a producir en el lago un espacio ya sea vacío o lleno con algo más ligero que el agua. Esto lo podríamos hacer colocando en el lago un tanque, y bombeando toda el agua fuera de este último. Sabemos, entonces, que el agua, si se le permitiera fluir de vuelta hacia el tanque, sería, teóricamente, capaz de desarrolar exactamente la misma cantidad de trabajo que fué usada para bombearla hacia fuera, pero nadamas. Consecuentemente nada podría ganarse en esta doble operación de primero levantar el agua y luego dejarla caer. Esto significaría que es imposible crear tal resumidero en el medio ambiente. Pero refleccionemos un momento. El calor, aún cuando siga ciertas leyes generales de la mecánica, como un fluído, no es tal; es energía que puede ser convertida en otras formas de energía conforme pasa de un nivel alto a uno bajo. Para hacer nuestra analogia mecánica completa y verdadera, debemos, por lo tanto, asumir que el agua, en su pase hacia el tanque, es convertida en algo diferente, que puede ser extraído usando nada, o muy poca, energía. Por ejemplo, si el calor estuviera representado en esta anlogía por el agua del lago, el oxígeno y el hidrógeno que componen el agua podrían ilustrar otras formas de energía en las cuales el calor es transformado al pasar de lo caliente a lo frío. Si el proceso de la transformación del calor fuera absolutamente perfecta, ningun calor arribaría al nivel bajo, ya que todo sería convertido en otras formas de energía. Correspondiendo a este caso ideal, toda el agua fluyendo hacia el tanque sería descompuesta en oxígeno e hidrógeno antes de alcanzar el fondo, y el resultado sería que el agua contínuamente fluiría, mientras el tanque permanecería enteramente vacío siempre, y los gases formados escapándose. Así produciríamos, gastando inicialmente una cierta cantidad de trabajo para crear un resumidero para el calor o, respectivamente, para que fluyera el agua, una condición que nos permitiera obtener cualquier cantidad de energía sin esfuerzo adicional. Esto sería una forma ideal de obtener fuerza motriz. No sabemos de ningún proceso tan pefecto de conversión de calor, y consecuentemente algún calor generalmente alcanzará el nivel bajo, lo cual significa decir, en nuestra analogía mecánica, que una parte de agua arribará al fondo del tanque, y un gradual y lento llenado de este último tomaría lugar, necesitando un contínuo bombeo hacia afuera. Pero evidentemente habrá menos que bombear hacia fuera que lo que fluya hacia dentro, o, en otras palabras, menos energía será necesaria para mantener la condición inicial de la que es desarrollada por la caída, y esto es como decir que una parte de la energía será ganada del medio. Lo que no sea convertido en flujo puede ser elevado con su propia energía, y lo que sea convertido será clara ganancia. Así que la virtud del principio que he descubierto reside completamente en la conversión de la energía corriente abajo.

PRIMEROS ESFUERZOS PARA PRODUCIR EL MOTOR AUTOACTUANTE - EL OSCILADOR MECANICO - EL TRABAJO DE DEWAR Y DE LINDE - AIRE LIQUIDO.

Habiendo reconocido esta verdad, comencé a concebir los medios para desarrollar mi idea, y, después de mucho pensar, finalmente concebi una combinación de aparatos que debieron hacer posible obtener fuerza del medio por un proceso de enfriamiento contínuo del aire atmosférico. Este aparato, al transformar contínuamente el calor en trabajo mecánico, tendía a hacerse más y más frío, y si solo fuera practicable alcanzar una temperatura muy baja de esta forma, entonces un resumidero para el calor habría sido producido, y la energía pudiera derivarse del medio. Esto parecía contrario a las afirmaciones de Carnot y Lord Kelvin antes referidas, pero concluí de la teoría del proceso que tal resultado podría ser alcanzado. Esta conclusión la alcancé, pienso, en la última parte de 1883, cuando estaba en Paris, y era un tiempo en que mi mente estaba siendo dominada más y más por una invención que había yo evolucionado durante el año precedente, y la cual desde entonces había sido conocida por el nombre de "campo magnético giratorio". Durante los pocos años que siguieron terminé de elaborar el plan que había imaginado, y estudié las condiciones de trabajo, pero hice poco progreso. La introducción comercial en este país de la invención antes referida requirió toda mi energía hasta 1889, cuando nuevamente tomé la idea del motor autoactuante. Una investigación más cercana de los principios involucrados, y cálculos, ahora mostraban que el resultado al que me dirigía no podia ser alcanzado de una manera práctica por maquinaria ordinaria, como había yo esperado al principio. Esto me condujo, como siguiente paso, al estudio de un tipo de motor generalmente designado como "turbina", que al principio pareció ofrecer mejores oportunidades para la realización de la idea. Pronto encontré, sin embargo, que la turbina, también, era inapropiada. Pero mis conclusiones mostraban que si un motor de una clase peculiar pudiera ser llevado a un alto grado de perfeccionamiento, el plan que había yo concebido era realizable, y me resolvi entonces a proceder con el desarrollo de tal motor, el objetivo primario del cual era asegurar la más grande economia de transformación de calor en energía mecánica. Una característica propia del motor era que el pistón que desarrollara el trabajo no debía estar conectado con nada, sino que sería perfectamente libre para vibrar a un enorme índice. Las dificultades mecánicas encontradas en la construcción de este motor fueron más grandes de las que había anticipado, he hice un progreso lento. Este trabajo lo continué hasta temprano en 1892, cuando fuí a Londres, donde ví los admirables experimentos del Profesor Dewar con la licuefacción de gases. Otros habían liquado gases antes, y notablemente Ozlewski y Pictet habían desarrollado experimentos tempranos acreditables en esta línea, pero había tal vigor acerca del trabajo de Dewar que incluso lo viejo parecia nuevo. Sus experimentos mostraban, aunque en una forma diferente de la que había yo imaginado, que era posible alcanzar una muy baja temperatura al transformar calor en trabajo mecánico, y regresé, profundamente impresionado con lo que había visto, y convencido más que nunca de que mi plan era practicable. El trabajo temporalmente interrumplido fué reiniciado, y pronto tuve en un decente estado de perfección al motor que llame "oscilador mecánico". En esta máquina tuve éxito en hacer a un lado todos los empaques, valvulas, y lubricación, y en producir tan rápida vibración del pistón que las barras de duro acero, atornilladas al mismo y vibrando longitudinalmente, fueron hechas pedazos. Combinando este motor con un dinamo de diseño especial produje un generador eléctrico altamente eficiente, invaluable en medidas y determinaciones de cantidades físicas en consideración del índice invariante de oscilación obtenible por esos medios. Exhibí varios tipos de esta máquina, llamada "oscilador mecánico y eléctrico", ante el Congreso Eléctrico en la Feria Mundial en Chicago durante el verano de 1893, en una lectura que, en comparación de otros trabajos publicados, no fuí capaz de preparar para su publicación. En esa ocasión expuse los principios del oscilador mecánico, pero el propósito original de esta máquina se explica aquí por primera vez.

En el proceso, como lo había concebido primariamente, para la utilización de la energía del medio ambiente, había cinco elementos esenciales en combinación, y cada uno de ellos tenía que ser rediseñado y perfeccionado, ya que no existían tales máquinas. El oscilador mecánico era el primer elemento de esta combinación, y habieno perfeccionado este, me volvi al siguiente, el cual era un compresor de aire de un diseño en ciertos aspectos parecido al oscilador mecánico. Dificultades similares en la construcción fueron nuevamente encontrados, pero el trabajo fué empujado vigorosamente, y al término de 1894 había yo completado estos dos elementos de la combinación, y así produje un aparato para comprimir aire, virtualmente a cualquier presión deseada, incomparablemente más simple, más pequeño, y más eficiente que el ordinario. Apenas estaba yo comenzando el trabajo en el tercer elemento, el cual junto con los primeros dos daría una máquina refrigerante de exepcional eficiencia y simplicidad, cuando una desfortuna me sucedió con el incendio de mi laboratorio, el cual dañó mis trabajos y me retrasó. Poco después el Dr. Carl Linde anunció la licuefacción del aire por un proceso autoenfriable, demostrando que era práctico el proceder con el enfriamiento hasta que tuviera lugar la licuefacción del aire. Esta era la única prueba experimental que todavía quería de que la energía era obtenible del medio en la forma como la había yo contemplado.

La licuefacción del aire por un proceso autoenfriable no era, como se creía popularmente, un descubrimiento accidental, sino el resultado científico que no podía demorar más, y el cual, con toda probabilidad, no se le pudo haber escapado a Dewar. Este avance fascinante, yo creo, se debe grandemente al poderoso trabajo de este escoces. Sin embargo, el logro de Linde es inmortal. La manufactura de aire liquido ha sido realizada en Alemania por cuatro años, a una escala mucho más grande que en cualquier otro país, y este extraño producto ha sido aplicado a una variedad de propósitos. Mucho se esperaba de él en el principio, pero hasta ahora ha sido solo un ignis fatuus (ilusión) industrial. Por el uso de la maquinaria que estoy perfeccionando, su costo será probablemente grandemente reducido, pero aún entonces su éxito comercial será cuestionable. Usado como refrigerante es ineconomico, ya que su temperatura es inecesariamente baja. Es tan caro mantener un cuerpo a una temperatura muy baja como lo es mantenerlo a una temperatura muy caliente; se necesita carbón para mantener el aire frío. En la manufactura del oxígeno todavía no puede competir con el método hidrolítico. Para usarlo como explosivo es muy inestable, porque su baja temperatura nuevamente lo condena a una eficiencia baja, y para propositos de fuerza motriz su costo es todavía con mucho muy alta. Es interesante notar, como quiera, que al mover un motor con aire liquido una cierta cantidad de energía puede ganarse del motor, o, dicho de otra forma, del medio ambiente que mantiene al motor templado, cada doscientas libras de hierro vaciado de este último contribuyendo energía a un ritmo de aproximadamente un caballo de potencia efectivo durante una hora. Pero esta ganancia del consumidor se contrarresta por una pérdida igual del productor.

Mucha de esta labor en la cual he trabajado tanto tiempo sigue sin ser terminada. Un número de detalles mecánicos hay todavía que perfeccionar y algunas dificultades de naturaleza distinta tienen todavía que ser dominadas, y no puedo esperar producir una máquina autoactuante derivando energía del medio ambiente por un tiempo todavía largo, aún si todas mis espectativas se materializaran. Muchas circunstacias han ocurrido que han retardado mi trabajo últimamente, pero por varias razones el retraso fué benéfico.

Una de estas razones fué que tuve amplio tiempo para considerar lo que pudieron ser las últimas posibilidades de este desarrollo. Trabajé por mucho tiempo convencido de que la realización práctica de este método de obtener energía del sol sería de incalculable valor industrial, pero el contínuo estudio del tema reveló el hecho de que mientras este sería comercialmente rentable si mis expectativas estaban bien fundadas, no lo sería a un grado extraordinario.

DESCUBRIMIENTO DE INESPERADAS PROPIEDADES DE LA ATMOSFERA - EXPERIMENTOS EXTRAÑOS - TRANSMISION DE ENERGIA ELECTRICA A TRAVES DE UN ALAMBRE SIN RETORNO - TRANSMISION A TRAVES DE LA TIERRA SIN NINGUN ALAMBRE.

Otra de estas razones fué que fuí llevado a reconocer la transmisión de energía eléctrica a cualquier distancia a través del medio como por mucho la mejor solución al gran problema de aprovechar la energía del sol para usos del hombre. Por mucho tiempo estuve convencido de que tal transmisión a escala industrial, no podia realizarse nunca, pero un descubrimiento que hice cambio mi punto de vista. Observé que bajo ciertas condiciones la atmósfera, la cual es normalmente un aislante, asume propiedades conductivas, y se convierte así en capaz de transportar cualquier cantidad de energía eléctrica. Pero las dificultades en la forma de una utilización práctica de este descubrimiento para el propósito de transmitir energía eléctrica sin alambres eran aparentemente insuperables. Presiones eléctricas de muchos millones de voltios tenían que ser producidas y manejadas; generando aparatos de una clase novedosa, capaces de soportar los enormes estreses eléctricos, tenían que ser inventadas y perfeccionadas, y una completa seguridad contra los peligros de las corrientes de alta tensión tenían que ser alcanzados en el sistema antes de que su práctica introducción pudiera siquiera pensarse. Todo esto no podía hacerse en unas semanas o meses, o incluso años. El trabajo requería paciencia y aplicación constante pero las mejoras llegaron, aunque lentamente. Otros valiosos resultados fueron, sin embargo, alcanzados en el curso de este largo y continuado trabajo, del cual me voy a dedicar a dar una breve reseña, enumerando los avances principales como fueron sucesivamente efectuados.


Figura 3. Experimento para mostrar el suministro de electricidad a través de un solo cable.

El descubrimiento de las propiedades conductivas del aire, aunque inesperado, fué únicamente un resultado natural de experimentos en un campo especial que había yo llevado por algunos años antes. Fué, creo, durante 1889 que ciertas posibilidades ofrecidas por extremadamente rápidas oscilaciones eléctricas me determinaron a diseñar un número de máquinas especiales adaptadas para su investigación. Debido a los requerimientos peculiares, la construcción de estas máquinas fué muy difícil, y consumió mucho tiempo y esfuerzo; pero mi trabajo en ellas fué generosamente gratificado, ya que alcancé por medio de ellas varios novedosose importantes resultados. Una de las observaciones más tempranas que hice con estas nuevas máquinas fué que las oscilacioneseléctricas de un ritmo extremadamente alto actúan en una manera extraordinaria en el organismo humano. Así, por ejemplo, demostré que poderosas descargas eléctricas de varios cientos de miles de voltios, las cuales en aquel tiempo eran consideradas absolutamente letales, podían pasar por el cuerpo sin inconvenientes o dañinas consecuencias. Estas oscilaciones producían otros efectos específicos psicológicos, los cuales, después de mi anuncio, fueron ávidamente tomados por diestros cirujanos e investigados más a fondo. Este nuevo campo se ha probado a sí mismo como fructífero más alla de toda espectativa, y en los pocos años que han pasado desde entonces, ha sido desarrollado a tal punto que ahora forma un legítimo e importante departamento en la ciencia médica. Muchos resultados, considerados imposibles en aquel tiempo, son ahora obtenibles fácilmente con estas oscilaciones, y muchos experimentos insoñables de entonces pueden ahora realizarse por esos medios. Todavía recuerdo con placer como, hace nueve años, pasé la descarga de una poderosa bobina de inducción a través de mi cuerpo para demostrar ante una sociedad científica la comparativa inocuidad de las corrientes eléctricas vibratorias muy rápidas y todavía puedo recordar el asombro de mi audiencia. Ahora me atrevería, con mucha menos aprensión que la que tuve en ese experimento, a transmitir tales corrientes a través de mi cuerpo como las de la energía eléctrica entera de los dinamos que ahora operan en al Niagara -cuarenta o cincuenta mil caballos de potencia. He producido oscilaciones eléctricas que eran de tal intensidad que cuando circulan por mis brazos y pecho han derretido alambres que unían mis manos, y aún así no he sentido ningun inconveniente. He energizado con esas oscilaciones una bobina de alambre grueso tan poderosamente que las masas de metal, y aún los objetos de resistencia eléctrica especificamente más grande que la del tejido humano acercado o puesto dentro de la bobina, se han calentado a alta temperatura y se han derretido, seguido con la violencia de una explosión, y aún así dentro de este mero espacio en donde se llevaba a cabo tan terrible destrucción he repetidamente metido la cabeza sin haber sentido nada o experimentado dañinos efectos posteriores.

Otra observación fué que por medio de tales oscilaciones se puede producir luz de una manera novedosa y económica, que prometió conducir a un sistema ideal de iluminación eléctrica por medio de tubos al vacío, dispensando la necesidad de renovar las lámparas o filamentos incandescentes, y posiblemente también el uso de alambres dentro de las construcciones. La eficiencia de esta luz se incrementa en proporción al ritmo de las oscilaciones, y su éxito comercial es, por lo tanto, dependiente de la producción economica de vibraciones eléctricas de ritmos trascendentes. En esta dirección he encontrado un éxito gratificante últimamente, y la introducción practica de este nuevo sistema de iluminación no está lejos.

Las investigaciones condujeron a otras muchas observaciones valiosas y resultados, uno de los más importantes de lo cuales fué la demostración de la practicabilidad de proveer energía eléctrica a través de un solo alambre sin regreso. Al principio fuí capaz de transmitir de esta novedosa manera únicamente una pequeña cantidad de energía eléctrica, pero en esta línea también mis esfuerzos han sido recompensados con similares exitos.

Una lámpara ordinaria incandescente, conectada con una o ambas de sus terminales al alambre que forma el lado libre superior de la bobina mostrada en la fotografia, se ilumina por las vibraciones eléctricas que le llegan a través de la bobina desde un oscilador eléctrico, el cual trabaja a solo un quinto de un uno por ciento de su capacidad total.

La fotografia mostrada en la figura 3 ilustra, como su título explica, una transmisión real de esta naturaleza efectuada con aparatos usados en otros experimentos aquí descritos. A qué grado estos artefactos han sido perfeccionados desde mis primeras demostraciónes al comienzo de 1891 ante la sociedad científica, cuando mis aparatos apenas eran capaces de iluminar una lámpara (cuyo resultado fué considerado maravilloso), aparecerán cuando afirme yo que no he tenido dificultad en iluminar de esta forma cuatrocientas o quinientas lámparas, y podría iluminar muchas más. De hecho, no hay limite para la cantidad de energía que de esta forma puede proveerse para operar cualquier clase de aparato eléctrico.


Figura 4. Experimento para mostrar la transmisión de electricidad a través de la Tierra sin alambre.

La bobina mostrada en la fotografía tiene su extremo inferior o terminal conectada a tierra, y está exactamente sintonizado a las vibraciones de un oscilador eléctrico distante. La lámpara iluminada se encuentra en un alambre independiente, energizado por inducción desde la bobina la cual está exitada por las vibraciones eléctricas transmitidas a ella a través de la tierra desde el oscilador, el cual trabajó a solo el cinco por ciento de su capacidad total.

Después de demostrar la practicabilidad de este método de transmisión, naturalmente se me occurrió la idea de usar la tierra como conductor, y de esa forma dispensar el uso de todo alambre. Sea lo que sea la electricidad, es un hecho que se comporta como un fluído incompresible, y la Tierra puede ser vista como un inmenso recipiente de electricidad, el cual, pensé, podría ser disturbado efectivamente por una máquina eléctrica diseñada apropiadamente. De acuerdo a esto, mis siguientes esfuerzos se dirigieron hacia el perfeccionamiento de un aparato especial que pudiera ser altamente efectivo en crear un disturbio de electricidad en la tierra. El progreso en esta nueva dirección fué necesariamente lento y el trabajo desalentador, hasta que finalmente tuve éxito en perfeccionar una clase novedosa de transformador o bobina de inducción, particularmente adecuada para este propósito especial. Que es practicable, de esta forma, transmitir no solo diminutas cantidades de energía eléctrica para operar delicados dispositivos eléctricos, tal como lo contemplé primero, sino también energía eléctrica en apreciables cantidades, aparecerá de un vistazo a la figura 4, la cual ilustra un experimento real de esta naturaleza llevado a cabo con el mismo aparato. El resultado obtenido fué de lo más sobresaliente ya que la parte superior de la bobina no se conectó a ningún alambre o placa para aumentar el efecto.

TELEGRAFIA "INALAMBRICA" - EL SECRETO DE LA SINTONIZACION - ERRORES EN LA INVESTIGACIONES HERTZIANAS - UN RECEPTOR DE SENSIBILIDAD MARAVILLOSA.

Como el primer vaioso resultado de mis experimentos en esta última línea resultó un sistema de telegrafia sin alambres, el cual describí en dos lecturas científicas en febrero y marzo de 1893. Se ilustra mecánicamente en el diagrama c, la parte superior del cual muestra el arreglo eléctrico como entonces lo describí, mientras que la parte inferior ilustra su análogo mecánico. El sistema es extremadamente simple en principio. Imagina dos diapasones sintonizadores F, y F1, uno conectado al extremo que envía, y el otro en la estación que recibe, respectivamente, teniendo cada uno conectado a su diente inferior un diminuto pistón p, colocado en un cilindro. Ambos cilindros se comunican con un gran recipiente R, con paredes elásticas, el cual se supone cerrado y lleno con un liviano e incompresible fuído. Al golpear repetidamente uno de los dientes del diapasón sintonizador F, el pequeño pistón p abajo sería vibrado, y sus vibraciones, transmitidas a través del fluído, llegarian al diapasón distante F1, el cual estaría sintonizado al diapasón F, o, dicho de otra forma, de la misma nota que el último. El diapasón F1 sería ahora puesto a vibrar, y su vibración sería intensificada por la acción contínua del diapasón distante F hasta que su diente superior, balanceándose suficiente, haría una conexión eléctrica con un contacto estacionario c, haciendo funcionar de esta forma algunos aparatos eléctricos u otros que pudieran ser usados para registrar las señales. De esta simple manera se podrían intercambiar mensajes entre las dos estaciones, proveyendo un contacto similar c para este propósito, cerca del diente superior del diapasón F, para que el aparato en cada estación pudiera ser empleado alternadamente como receptor y transmisor.


Diagrama c. Telegrafía inalámbrica mecánicamente ilustrada.

El sistema eléctrico ilustrado en la figura de arriba del diagrama c es exactamente el mismo en principio, los dos alambres o circuitos ESP y E1S1P1, el cual se extiende verticalmente a una altura, representando los dos diapasones sintonizados con los pistones adheridos a ellos. Estos circuitos estan conectados a tierra por las placas E, E1, y dos hojas de metal elevadas P, P1, las cuales almacenan electricidad aumentando así el efecto considerablemente. El recipiente cerrado R, con paredes elásticas, es en este caso reemplazado por la Tierra, y el fluído por la electricidad. Estos dos circuitos están "sintonizados" y operan justo como los dos diapasones sintonizadores. En lugar de golpear el diapasón F en la estación transmisora, las oscilaciones eléctricas son producidas en el alambre transmisor vertical ESP por medio de la acción de una fuente S, incluída en el alambre, la cual viaja a través de la tierra y alcanza el alambre vertical receptor distante E1S1P1, excitando oscilaciones eléctricas correspondientes en el mismo. En este último alambre, o circuito, se incluye un dispositivo sensible o receptor S1, el cual es puesto en acción y hace operar un relevador u otro dispositivo. Cada estación es, por supuesto, povista por ambas partes de una fuente de oscilaciones eléctricas S y un receptor sensitivo S1, y una simple precaución se toma para usar los dos alambres alternativamente para enviar y para recibir mensajes.


Figura 5. Vista fotográfica de las bobinas respondiendo a oscilaciones eléctricas.

La foto muestra un número de bobinas, diferentemente sintonizadas y respondiendo a las vibraciones transmitidas a ellas a través de la tierra desde un oscilador eléctrico. La bobina grande a la derecha, descargando grandemente, se sintoniza a la vibración fundamental, la cual es cincuenta mil por segundo; las dos bobinas más grandes a dos veces ese número; el pequeño alambre blanco a cuatro veces ese número, y las restantes bobinas pequeñas a tonos más altos. Las vibraciones producidas por el oscilador fueron tan intensas que afectaron perceptiblemente una bobina pequeña sintonizada a un tono veintiseis veces más alto.

La sintonización exacta de los dos circuitos asegura grandes ventajas, y, de hecho, es esencial en el uso práctico del sistema. Con respecto a esto existen muchos errores conocidos, y, como regla, en los reportes técnicos acerca de este asunto los circuitos y los aparatos son descritos como alcanzando estas ventajas cuando desde su misma naturaleza es evidente que eso es imposible. Para alcanzar los mejores resultados es esencial que la longitud de cada alambre o circuito, desde la conexión de tierra hasta lo alto, sea igual a un cuarto de la longitud de onda de la vibración eléctrica en el alambre, o de otro modo igual a esa longitud multiplicada por un número impar. Sin la observación de esta regla es virtualmente imposible prevenir la interferencia y asegurar la privacidad del mensaje. Ahí es donde descansa el secreto de la sintonización. Para obtener los resultados más satisfactorios es, sin embargo, necesario recurrir a vibraciones eléctricas de baja frecuencia. Los aparatos Hertzianos de chispa, usados generalmente por experimentadores, que producen oscilaciones de un muy alto índice, no permiten una sintonización efectiva, y pequeños disturbios son suficientes para hacer impracticable el intercambio de mensajes. Pero ciantíficamente diseñados, aparatos eficientes permiten un casi perfecto ajuste. Un experimento desarrollado con lo aparatos mejorados repetidamente mencionados, y con el propósito de conllevar una idea de esta característica, se ilustra en la figura 5, la cual se explica suficientemente en esta nota.

Desde que describí estos principios simples de telegrafia sin alambres he tenido frecuentes ocasiones de notar que se han usado características y elementos idénticos, en la creencia evidente de que las señales están siendo transmitidas a considerable distancia por radiaciones "Hertzianas". Esta es olo una de muchas interpretaciones erroneas a las cuales las investigaciones del lamentable físico han dado lugar. Hace como treinta y tres años Maxwell, siguiendo un sugerente experimento hecho por Faraday en 1845, evolucionó una teoría idealmente simple que conectaba íntimamente la luz, el calor radiante, y el fenómeno eléctrico, interpretándolos como vibraciones de un fluído hipotético de tenuidad inconcebible, llamado eter. No se llegó a ninguna verificación experimental hasta que Hertz, por sugerencia de Helmholtz, llevó a cabo una serie de experimentos al efecto. Hertz procedió con extraordinario ingenio y observación, pero dedicó poca energía al perfeccionamiento de su anticuado aparato. La consecuencia fué que falló en observar la importante función que el aire jugó en sus experimentos, y los cuales yo subsecuentemente descubrí. Repitiendo sus experimentos y obteniendo diferentes resultados, me aventuré a hacer estos señalamientos. La fuerza de las pruebas planteadas por Hertz en apoyo a la teoría de Maxwell residían en la correcta estimación de los índices de vibración de los circuitos que él usó. Pero yo aseguré que él no pudo haber obtenido los índices que pensó que estaba obteniendo. Las vibraciones con aparatos idénticos a los que él usó son, por regla, más bajas, debiéndose esto a la presencia del aire, el cual produce un efecto amortiguador sobre un circuito eléctrico vibratorio rápido de alta presión, tal y como un fluído lo hace sobre un diapasón vibratorio. He descubierto, sin embargo, desde aquel entonces otras causas de error, y he dejado desde hace tiempo de mirar sus resultados como la verificación experimental de las concepciones hipotéticas de Maxwell. El trabajo del gran físico alemán ha actuado como un estímulo inmenso a la investigación eléctrica contemporanea, pero al mismo tiempo ha, en alguna medida, por su fascinación, paralizado la mentalidad científica, y así dañado la búsqueda independiente. Cada nuevo fenómeno que era descubierto era forzado a cumplir con la teoría, y así muy frecuentemente la verdad ha sido inconscientemente distorcionada.


Figura 6. Vista de lo esencial del oscilador eléctrico usado en los experiments descritos.

Cuando presenté este sistema de telegrafía mi mente estaba dominada por la idea de efectuar la comunicación a cualquier distancia a través de la Tierra o el medio ambiente, cuya consumación práctica consideré de trascendental importancia, principalmente tomando en cuenta el efecto moral que no podía fallar en producir universalmente. Como el primer esfuerzo en este sentido propuse en aquel tiempo, emplear estaciones relevadoras con circuitos sintonizados, con la esperanza de hacer practicable la señalización a través de grandes distancias, aún con aparatos de moderada potencia entonces bajo mi control. Tenia la confianza, sin embargo, de que con maquinaria apropiadamente diseñada se podrían transmitir señales a cualquier punto del globo, sin importar la distancia, sin la necesidad de usar tales estaciones intermedias. Gané esta convicción a través del descubrimiento de un fenómeno eléctrico singular, el cual describí a principios de 1892, en lecturas que hice ante algunas sociedades científicas de entonces, y el cual lo he llamado un "cepillo giratorio". Esto es un puñado de luz que se forma, bajo ciertas condiciones, en un bulbo al vacío, y el cual es sensible a influencias eléctricas y magnéticas rayando, por así decirlo, en lo sobrenatural. Este montón de luz es girado rápidamente por el magnetismo de la Tierra a tanto como veinte mil veces por segundo, siendo el giro en estos lares el opuesto del que sería en el hemisferio sur, mientras que en la región del ecuador magnético no debería girar para nada. En su estado más sensitivo, el cual es dificl de obtener, responde a las influencias eléctricas o magnéticas a un increíble grado. La sola tensión de los musculos del brazo y consecuente leve cambio eléctrico en el cuerpo de un observador estando de pie a una distancia de él, lo afectará perceptiblemente. Cuando se encuentra en este estado de alta sensibilidad es capaz de indicar los cambios eléctricos y magnéticos más pequeños que tomen lugar en la Tierra. La observación de este maravilloso fenómeno me impresionó fuertemente de que la comunicación a cualquier distancia podría ser fácilmente efectuada por estos medios, siempre y cuando el aparato pudiera ser perfeccionado para ser capaz de producir un cambio de estado eléctrico o magnético, pero pequeño, en el globo terrestre o medio ambiente.


Figura 7. Experimento para ilustrar el efecto inductivo de un oscilador eléctrico de gran potencia.

DESARROLLO DE UN NUEVO PRINCIPIO - EL OSCILADOR ELECTRICO - PRODUCCION DE INMENSOS MOVIMIENTOS ELECTRICOS - LA TIERRA LE RESPONDE AL HOMBRE - COMUNICACIÓN INTERPLANETARIA AHORA PROBABLE.

Me decidi a concentrar mis esfuerzos en esta tarea venturosa, aún cuando implicó un gran sacrificio, ya que las dificultades a vencer eran tales que solo pude esperar consumarlo después de años de trabajo. Significó retraso de otros trabajos a los que hubiera preferido dedicarme, pero gané la convicción de que mis energías no podían ser mejor empleadas; ya que comprendí que un aparato eficiente para la producción de oscilaciones eléctricas poderosas, tal y como se requería para ese propósito específico, era la clave a la solución de otro de los más grandes problemas eléctricos y, de hecho, humanos. La comunicación no solo era, a cualquier distancia, posible sin alambres por estos medios, sino, igualmente, la transmisión de energía en grandes cantidades, la combusión del nitrógeno atmosférico, la producción de una iluminación eficiente, y otros muchos resultados de inestimable valor industrial y científico. Finalmente, sin embargo, tuve la satisfacción de lograr la tarea encargada al usar un nuevo principio, virtud del cual está basada en las maravillosas propieadades del condensador eléctrico. Una de ellas es que este puede descargar o explotar su energía almacenada en un tiempo inconcebiblemente corto. Debido a esto es de inigualable violencia explosiva. La explosión de la dinamita es solo el respiro de un tísico comparado con su descarga. Es el medio de producir la más fuerte corriente, la más alta presión eléctrica, la más grande conmoción en el medio. Otra de sus propiedades, igualmente valiosa, es que su descarga puede vibrar a cualquier frecuencia deseada hasta muchos millones por segundo.


Figura 8. Experimento para mostrar la capacidad del oscilador de producir explosiones de gran poder.

Yo había llegado al limite de los índices obtenibles por otros medios cuando la feliz idea se me presentó de usar el condensador. Dispuse tal instrumento para que fuera cargado y descargado alternadamente en sucesión rápida a través de una bobina con unas cuantas vueltas de alambre grueso, formando el primario de un transformador o bobina de inducción. Cada vez que el condensador era descargado la corriente se sacudía en el alambre primario e inducía oscilaciones correspondientes en el secundario. Así un transformador o bobina de inducción evolucionaba en nuevos principios, a los cuales he llamado "el oscilador eléctrico", aprovechando esas cualidades únicas que caracterizan a un condensador, y facilitando resultados que era imposible obtener por otros medios. Efectos eléctricos de cualquier deseado carácter y de intensidades insoñables anteriormente son ahora producibles por aparatos perfeccionados de esta clase, a los cuales se ha hecho referencia frecuente, y cuyas partes esenciales se muestran en la figura 6. Para ciertos propositos un fuerte efecto inductivo se requiere; para otros la más alta instantaneidad; y de nuevo para otros, un excepcionalmente alto índice de vibración o presión extrema; mientras que para ciertos otros objetivos eran necesarios inmensos movimientos eléctricos. Las fotografias en las figuras 7, 8, 9, y 10, de experimentos llevados a cabo con tal oscilador pueden servir para ilustrar algunas de estas características y dar una idea de la magnitud de los efectos verdaderamente producidos. Lo completo de los títulos de las figuras referidas hace innecesaria una descripción adicional de ellos.


Figura9. Experimento para mostrar la capacidad de un oscilador de crear gran movimiento eléctrico.

La fotografia muestra tres lámparas incandecentes ordinarias iluminadas a su máxima potencia en candelas por medio de corrientes inducidas en un circuito local consistente en un solo alambre formando un cuadrado de cincuenta pies por cada lado, el cual incluye las lámparas, y el cual es energizado por el oscilador a una distancia de cien pies. El circuito del mismo modo incluye un condensador eléctrico, y está exactamente sintonizado a las vibraciones del oscilador, el cual es trabajado a menos del cinco por ciento de su capacidad total.

Nota a la figura 8 – La bobina, parcialmente mostrada en la fotografia, crea un movimiento alterno de electricidad desde la Tierra hacia un gran recipiente y de vuelta a un ritmo de cien mil alternaciones por segundo. Los ajustes son hechos de tal forma que el recipiente se llena completamente y luego revienta con cada alternación justo en el momento cuando la presión eléctrica alcanza su máximo punto. La descarga escapa con un ruido ensordecedor, golpeando una bobina desconectada a veintidos pies de distancia, creando tal conmoción de electricidad en la Tierra que chispas de una pulgada de largo se pueden obtener de un cuerpo de agua situado a una distancia de trescientos pies del laboratorio.

La bola mostrada en la fotografia, cubierta con un recubrimiento metálico pulido de veinte pies cuadrados de superficie, representa un gran recipiente de electricidad y la bandeja de estaño invertida debajo de ella, con un aro filoso, una gran abertura a través de la cual la electricidad puede escapar antes de llenar el recipiente. La cantidad de electricidad puesta en movimiento es tan grande que, aún cuando la mayoría escapa a través del aro de la bandeja o abertura proveída, la bola o recipiente es sin embargo alternadamente vaciada y llenada a rebosamiento (como es evidente de la descarga que escapa por la parte superior de la bola) ciento cincuenta mil veces por segundo.


Figura 10. Oscilador eléctrico produciendo energía a un índice de 75,000 caballos de potencia.

La descarga, creando una fuerte corriente de aire debido al calentamiento del mismo, es jalada hacia arriba a través del cielo abierto del edificio. La anchura más grande es de cerca de setenta pies. La presión es de más de doce millones de voltios, y la corriente alterna ciento treinta mil veces por segundo.

Pero por extraordinarios que puedan parecer los resultados, son solo pequeñeces comparados con aquellos que se pueden obtener con aparatos diseñados en estos mismos principios. He producido descargas eléctricas cuya real longitud, de un extremo al otro, fué probablemente más de cien pies; pero no sería difícil obtener longitudes cien veces mayores. He producido movimientos eléctricos ocurriendo a un ritmo de aproximadamente cien mil caballos de potencia, pero ritmos de uno, cinco, o diez millones de caballos de potencia son fácilmente practicables.

En estos experimentos de desarrollaron efectos incomparablemente más grandes que cualquiera producidos alguna vez por una agencia humana, y aún así estos resultados no son sino un embrión de lo que será.

Que la comunicación sin alambres a cualquier punto del globo es practicable con tales aparatos no requiere demostración porque a través de los descubrimientos que hice obtuve la certeza absoluta. Popularmente explicado, es exactamente esto: cuando alzamos la voz y escuchamos un eco en respuesta, sabemos que el sonido de la voz tuvo que haber alcanzado una pared distante, una frontera, y debió haberse reflejado desde la misma. Exactamente como el sonido, así una onda eléctrica se refleja, y la misma evidencia que se nos muestra en un eco se nos muestra en un fenómeno eléctrico conocido como una onda "estacionaria" -es decir, una onda con regiones nodales y ventrales fijas. En lugar de enviar vibraciones sonoras a una pared distante, he enviado vibraciones eléctricas a los remotos límites de la Tierra, y en lugar de la pared, la Tierra ha contestado. En lugar de un eco he obtenido una onda eléctrica estacionaria, una onda reflejada desde lo lejos.

Las ondas estacionarias en la Tierra significan algo más que solo telegrafia sin alambres a cualquier distancia. Nos facilitarán alcanzar muchos resultados especificos importantes de otra forma imposibles. Por ejemplo, al usarlas podemos producir a voluntad, desde una estación transmisora, un efecto eléctrico en una región particular del globo; podemos determinar la posición relativa o curso de un objeto en movimiento, tal como un barco en el mar, la distancia recorrida por el mismo, o su velocidad; o podemos enviar por sobre la Tierra una onda de electricidad viajando a cualquier velocidad que deseemos, desde al paso de una tortuga hasta la velocidad de la luz.

Con estos desarrollos tenemos todas las razones para anticipar que en un tiempo no muy distante la mayoría de los mensajes telegraficos a través de los océanos serán transmitidos sin cables. Para distancias más cortas ocupamos un telefono inalambrico, que no requiera operadoras expertas. Entre más grandes los espacios a cubrir, más racional se vuelve la comunicación sin alambres. El cable no solo es un fácilmente dañable y costoso instrumento, sino que nos limita en la velocidad de la transmisión por razón de una cierta propiedad eléctrica inseparable de su construcción. Una planta apropiadamente diseñada para efectuar comunicación sin alambres tiene que tener muchas veces la capacidad de trabajo de un cable, al tiempo que significa un gasto incomparablemente menor. No pasará mucho tiempo, yo creo, antes de que la comunicación por cable sea obsoleta, ya que no solo las señalizaciones por este método van a ser más rápidas y baratas, sino mucho más seguras. Al usar algunos nuevos medios de aislar los mensajes que he ideado, una casi perfecta privacidad puede ser asegurada.

He observado los anteriores efectos hasta ahora únicamente a una limitada distancia de cerca de seiscientas millas, pero ya que no hay virtualmente ningún límite a la potencia de las vibraciones producibles con tal oscilador, me siento bastante confiado del éxito de tal planta para efectuar comunicación transoceánica. Tampoco es esto todo. Mis mediciones y cálculos han mostrado que es perfectamente practicable producir en nuestro globo, por el uso de estos principios, un movimiento eléctrico de tal magnitud que, sin la menor duda, su efecto será perceptible en algunos de nuestros planetas cercanos, como Venus y Marte. Así, de solo posibilidad, la comunicación interplanetaria ha entrado al campo de la probabilidad. De hecho, que podemos producir un efecto distinto en uno de estos planetas de esta novedosa manera, principalmente, al perturbar la condición eléctrica de la Tierra, está fuera de toda duda. Esta manera de efectuar tal comunicación es, sin embargo, esencialmente diferente de todas las otras que han sido hasta ahora propuestas por hombres científicos. En todas las instancias previas únicamente una diminuta fracción de la energía total que llega al planeta -tanto como pueda ser concentrada en un reflector- podría ser utilizada por el supuesto observador en su instrumento. Pero por los medios que he desarrollado él sería capaz de concentrar una porción mayor de energía transmitida al planeta en su instrumento, y las oportunidades de afectar este último son por lo tanto incrementadas muchos millones de veces.

Además de la maquinaria para producir vibraciones de la potencia requerida, debemos tener medios delicados de revelar los efectos de influencias tenues ejercidas sobre la Tierra. Para tales propósitos, también, he perfeccionado nuevos métodos. Al usarlos seremos capaces de igual manera, entre otras cosas, de detectar a considerable distancia la presencia de un iceberg o cualquier otro objeto en el mar. Al usarlos, también, he descubierto algunos fenómenos terrestres todavía inexplicados. Que podamos enviar un mensaje a un planeta es seguro, que podamos obtener una respuesta es probable: el hombre no es el único ser en el Infinito dotado con una mente.

TRANSMISION DE ENERGIA ELECTRICA A CUALQUIER DISTANCIA SIN ALAMBRES - AHORA PRACTICABLE - LA MEJOR FORMA DE INCREMENTAR LA FUERZA ACELERANTE DE LA MASA HUMANA.

La más valiosa observación hecha en el curso de estas investigaciones fué el extraordinario comportamiento de la atmósfera hacia los impulsos eléctricos de fuerza electromotriz excesiva. Los experimentos mostraron que el aire a presión ordinaria se comportaba distintamente conductivo, y esto abrió el maravilloso prospecto de transmitir grandes cantidades de energía eléctrica para usos industriales a grandes distancias sin alambres, una posibilidad, que, hasta ese momento, era considerada sólo como un sueño científico. Más investigaciones revelaron el hecho importante de que la conductividad impartida al aire por medio de estos impulsos eléctricos de muchos millones de voltios incrementaba muy rápidamente con el grado de enrarecimiento, de modo que los estratos de aire a moderada altitud, los cuales son fácilmente accesibles, ofrecen, ante toda la evidencia experimental, una ruta conductiva perfecta, mejor que el alambre de cobre, para corrientes de este carácter.

Así, el descubrimiento de estas nuevas propiedades de la atmósfera no solo abrieron la posibilidad de transmitir, sin alambres, energía en grandes cantidades, sino, lo que fué aún más significativo, nos dió la seguridad de que la energía podía ser transmitida económicamente de esta forma. En este nuevo sistema importa poco -de hecho, casi nada- si la transmisión se efectúa a distancia de unas cuantas millas o a unas cuantas miles de millas.

Aunque no he, todavía, efectuado una transmisión de una considerable cantidad de energía, tal como la que sería de importancia industrial, a una gran distancia por este método, sí he operado varios modelos de plantas bajo las mismas condiciones que existen en una gran planta de esta clase, y la practicabilidad del sistema está totalmente demostrada. Los experimentos han mostrado concluyentemente que, con dos terminales mantenidas a una elevación de no más de treinta o treinta y cinco mil pies arriba del nivel del mar, y con una presión eléctrica de quince a veinte millones de voltios, la energía de miles de caballos de potencia puede ser transmitida a distancias que pueden ser cientos y, si es necesario, miles de millas. Estoy esperanzado, sin embargo, de que yo pueda ser capaz de reducir considerablemente la elevación de las terminales que ahora se requieren, y con este objetivo estoy siguiento una idea que promete tal realización.

Hay, por supuesto, un prejucio popular contra usar una presión eléctrica de millones de voltios, que pueda causar chispas que vuelen a distancias de cientos de pies, pero, tan paradójico como pudiera parecer, el sistema, como lo he descrito en una publicación técnica, ofrece una seguridad personal más grande que la mayoría de los circuitos de distribución ahora usado en las ciudades. Esto está apoyado, hasta cierto punto, por el hecho de que aún cuando he hecho estos experimentos por un número de años, no he sufrido ninguna lesión ni tampoco ninguno de mis asistentes.

Pero para facilitar una introducción práctica del sistema, un número de requerimientos esenciales todavía tienen que ser satisfechos. No es suficiente con diseñar aparatos por medio de los cuales tal transmisión pueda ser efectuada. La maquinaria debe ser tal que permita la transformación y transmisión, de energía eléctrica bajo condiciones altamente económicas y prácticas. Más aún, un incentivo debe ser ofrecido a quienes están dedicados a la explotación industrial de los recursos naturales para la energía, como cascadas de agua, al asegurarles más altos rendimientos en el capital invertido del que puedan asegurar al desarrollar localmente su propiedad.

Desde el momento que se observó que, contrariamente a la opinión establecida, los estratos bajos y fácilmente accesibles de la atmósfera eran capaces de conducir electricidad, la transmisión de energía sin alambres se ha convertido en una tarea racional del ingeniero, y es una que sobrepasa a todas las otras en importancia. Su consumación práctica significaría que la energía estaría disponible para los usos del hombre en cualquier punto del globo, no en pequeñas cantidades como las que se pueden extraer del medio ambiente por medios apropiados, sino en cantidades virtualmente ilimitadas, de cascadas. Exportación de energía sería entonces la principal fuente de ingresos para muchos paises felizmente situados, como los Estados Unidos, Canada, Centro y Sud America, Suiza, y Suecia. El hombre podría asentarse en cualquier parte, fertilizar e irrigar el suelo con poco esfuerzo, y convertir los desiertos áridos en jardines, y así el globo entero podría ser transformado y hecho más propicio para la humanidad. Es altamente probable que si hay seres inteligentes en Marte ellos hayan concebido esta misma idea desde hace mucho, lo cual pudiera explicar los cambios en su superficie observados por los astrónomos. La atmósfera en ese planeta, siendo de considerablemente menor densidad que la de la Tierra, haría la tarea mucho más facil.

Es probable que pronto tengamos un motor de calor autoactuante capaz de derivar moderadas cantidades de energía del medio ambiente. Tambien hay la posibilidad -aunque pequeña- de que podamos obtener energía eléctrica directamente del sol. Esto puede ser el caso si la teoría maxweliana es verdad, de acuerdo a la cual todas las vibraciones eléctricas emanan del sol. Todavía estoy investigando este asunto. Sir William Crookes ha mostrado en su hermosa invención conocida como el "radiómetro" que los rayos pueden producir por impacto un efecto mecánico, y esto puede conducir a una importante revelación como a la utilización de los rayos del sol en formas novedosas. Otras fuentes de energía pueden ser abiertas, y nuevos métodos de derivar la energía del Sol descubiertos, pero ninguno de estos logros similares igualaría en importancia a la transmisión de potencia a cualquier distancia a través del medio ambiente. No puedo imaginar ningún avance tecnológico que tienda a unir los varios elementos de la humanidad más efectivamente que este, o alguno que pudiera agregar más y economizar la energía humana. Sería la mejor forma de incrementar la fuerza acelerante de la masa humana. La sola influencia moral de tan radical distanciamiento sería incalculable. Por otra parte si en cualquier parte del globo la energía puede ser obtenida por medio de un motor de calor autoactuante o de alguna otra forma, las condiciones permanecerían las mismas que anteriormente. El desempeño humano sería incrementado, pero los hombres permanecerían extraños unos a los otros como lo han estado.

Anticipo que, no estando preparados para estos resultados, los cuales, a través de larga familiaridad, me parecen simples y obvios, los considerarán lejos de una aplicación práctica. Tal reserva, e incluso oposición, de algunos es una cualidad tan útil y un elemento tan necesario en el progreso humano como la receptividad y el entusiasmo de otros. De tal forma, una masa que se resista a la fuerza en un principio, una vez puesta en movimiento, se agrega a la energía. El hombre científico no espera un resultado inmediato. No espera que sus avanzadas ideas sean adoptadas prontamente. Su trabajo es como el de un agricultor -para el futuro. Su deber es establecer los cimientos para los que vendrán, y señalar el camino. Él vive y trabaja y espera como el poeta que dice:

Schaff' das Tagwerk meiner Hände,
Hohes Glück, dass ich's vollende!
Laß, o laß mich nicht ermatten!
Nein, es sind nicht leere Träume.
Jetzt nur Stangen, diese Bäume
Geben einst noch Frucht und Schatten.[1]

"Esperanza", de Goethe.

[1] Creo en el trabajo diario de mis manos.
Mucha suerte es terminarlo.
¡Oh no me dejan agotar!
No, no hay sueños vacios.
Anque ahora sólo postes, estos árboles,
Darán aún así fruta y sombra.




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